Segundo

7.6K 600 169
                                    


Aquella tranquila y nublada mañana, Stiles iba en su Jeep azul claro, camino hacia la casa de la manada con la cual estaría un tiempo, mientras se decidía si permanecer en ella o intentar con otra, hasta que, como hacían todos los hechiceros quienes trabajaban con las manadas de cambia formas, encontrara aquella con la que permanecería el resto de su vida ¿Sería que cómo le pasaba a algunos de sus compañeros hechiceros se quedaría con esta, su primera manada? ¿O le pasaría como a algunos otros que tardaban más en encontrar su lugar? Si el aquelarre decidió enviarle allí, habría de ser por algo, esperaba que su decisión fuera la más acertada.

Tan distraído estaba el en sus pensamientos que casi no se dio cuenta cuando se alejo más de la ciudad a través del camino bordeado de arboles, hasta que estuvo ante las rejas de la mansión de la manada, sólo podía referirse al lugar que tenía ante él de aquel modo, la gran casa estaba al final del camino de piedra, en frente había una fuente, se podían ver algunos autos y dos motos estacionadas a un lado.

El joven observo el lugar pensando en que ya tendría tiempo de explorar en tanto tocaba la bocina del auto, justo después de unos minutos la gran reja se abrió dándole paso, al mismo tiempo que dos personas guiaban o seguían el auto, dependía de las perspectiva, pensó, hasta que se estaciono frente a la casa, ambas figuras un hombre alto, de piel oscura, acuerpado y una mujer de cabello rubio y labios pintados de rojo, se acercaron a él mientras se bajaba del vehículo.

Centinelas pensó Stiles cerrando la puerta de su auto  al saludarlos.   
-Buenos días - Dijo educadamente.

-Buenos días hechicero- Dijo el de piel oscura –Soy Boyd, uno de los centinelas- Afirmó confirmando la hipótesis del joven.

-¡Buenos días!- Saludo con más efusividad la rubia palmeando el hombro de su compañero ganándose una mirada exasperada y cariñosa del mismo –Soy Erika, centinela de en turno, te guiaremos dentro de la casa- afirmo sin dejar aquella sonrisa picara.

-Muchas gracias- Murmuro el joven un poco divertido por la interacción entre los dos lobos que eran una particular pareja, uno tan serio y la otra tan alegre.

-No le hagas caso a mi hombreton taaan serio- dice alegremente la rubia al ver el gesto de seriedad del mencionado, ganándose un gruñido de parte del mismo –No muerde-

-Dilo por ti misma- Replicó entre serio y burlón el moreno.

Erika les guiña un ojo, abriendo la marcha hacia la casa con alegría           –Vamos, el alfa espera-

Stiles dio un respiro calmando los nervios que de repente volvieron a despertar, pero negándose a dejarse dominar por ellos siguió a Erika hacia dentro, con Boyd tras él cerrando la marcha.

Siguiendo a la rubia, el joven dejaba que sus ojos del color del whisky observaran todo a su paso, lo cual era un lugar que parecía acogedor con pinturas en las paredes, muebles de colores cálidos y paredes de matices verdes en diferentes tonos así como color crema, algunas alfombras dispersas, las escaleras que iban al segundo piso, a lo lejos pudo ver una puerta de vidrio que llevaba hacia lo que parecía un gran patio y árboles al fondo, quizás incluso había un lago, estaba comenzando a contemplar ideas cuando escucho una puerta ser abierta, la rubia asomo la cabeza hacia el lugar.

-Alfa, llego el hechicero- avisó  Erika con la misma voz atrevida pero con un toque de respeto notable en ella. Tuvo que recibir una respuesta afirmativa pues abrió completamente la puerta haciendo señas para que el hechicero entrara.

Luego se fue en compañía de su pareja, seguramente a seguir en sus posiciones a las afueras de la mansión, el joven de lunares  miro hacia el frente después de escuchar la puerta ser cerrada dejándole con el alfa en aquella oficina según pudo identificar viendo a su alrededor, el lugar era bastante amplio como si fuese usado constantemente para reuniones, habían estantes llenos de libros, algunos parecían ser antiguos, la luz natural era abundante al entrar a través de unos grandes ventanales, las paredes estaban decorados por algunos cuadros de la naturaleza o animales, como unos lobos, un zorro y una pantera, una mesa con un mueble azul oscuro estaba en una esquina para la lectura, al otro lado había una mesa rectangular de madera oscura rodeada por sillas del mismo color con cojines verdes oscuros, delante de una ventana había un escritorio de madera clara, una silla de cojines azul claro, finalmente alzo la mirada para encontrarse con unos ojos verdes  analíticos que adornaban un rostro de piel morena, enmarcado por un cabello negro un poco largo, el hombre frente a él, era alto, de apariencia sería y se veía que era fuerte si los músculos que mostraba daban testimonio de ello, el sujeto llevaba un pantalón de jeans oscuro, una camisa manga larga verde y no pudo terminar de contemplar el conjunto al ser sacado de su análisis.

El Hechizo del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora