Décimo Tercero

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Advertencia: Esto puede ponerse un poquito violento.

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Más tarde.

Era una noche cerrada...

Habiéndose alejado de la casa dejando a los lobos que quedaron atrás en estado de alerta, cuidando de Isaac dentro de las barreras protectoras reforzadas por Stiles, no los dejaban a atrás por ser débiles, pero alguien se debía quedar con el cachorro, cuidando la casa y ellos también eran fieros lobos que lo harían eficazmente usando garras y colmillos si fuera necesario, los hombres se organizaron en una especie de equipo de búsqueda rastreando al miembro perdido de su manada en compañía del alfa Jordan quien siendo un excelente rastreador fue una buena adición a la búsqueda.

Las horas pasaban y la desesperación de Derek por no saber donde o como se encontraría su pareja se hacía cada vez más grande, su lobo se revolvió furioso al caer la noche siendo una oscura de luna nueva, además de nublada, aprovechando las sombras dejo escapar a su animal interior en un estallido de pelaje negro con ojos relampagueando en rojo, seguido por Jordan en un lobo de pelaje marrón oscuro, ojos azules que parpadearon en el mismo color rojo brillante pero los retuvo en respeto a su aliado, así como su segundo al mando y el resto de manada.

Los lobos se encontraban desperdigados en una zona industrial abandonada alejada de la ciudad, cuando comenzaban a perder la esperanza, la figura lobuna marrón oscuro de ojos azules perteneciente al alfa Jordan lanzo un aullido llamando al resto, los primeros en acudir al reconocer el llamado de su aliado, fueron el alfa Derek enfundado en su pelaje negro y Peter de pelaje marrón claro.

Boyd como un lobo marrón oscuro, se acercó gruñendo al olfatear los olores característicos que reconocía relacionados con los cazadores , los siguientes en llegar fueron Scott con su pelaje castaño oscuro, Nolan castaño claro, Danny con su pelaje oscuro, Jackson blanco con manchas marrones, Mason negro rojizo, Cory blanco grisáceo, todos con los pelos en punta y mostrando los dientes afilados al percibir los olores de sus enemigos.

Juntos se acercaron a lo que parecía un almacén no muy grande que Jordan señaló con su hocico, Derek se puso a la cabeza guiando a su manada a rodear el perímetro estudiando el lugar para buscar las entradas disponibles, las cuales eran algunas ventanas que con un salto cualquiera de ellos podría alcanzar, los amuletos de Stiles que ahora eran collares rodeando sus cuellos brillaban en rojo cuando se acercaban a alguna entrada que podría ser más peligrosa para alguno de ellos por contener venenos especialmente dañinos para su especie.

Por suerte encontraron variados puntos que podían utilizar para acceder obteniendo el menor daño posible, ya que, aunque se hacían una idea de lo que les esperaba adentro, debían estar en buena forma para recuperar al miembro robado de su manada.

El alfa negro caminaba de un lado al otro furioso por tener a aquellos cazadores tan bien ubicados en su ciudad, en su territorio ¡Tomando a su pareja! ¡Amenazando a su familia! Sacudió la cabeza para centrarse en lo que era esencial en aquel momento, recuperar a su hechicero, estaba ubicado en el lugar por el cual entraría esperando impaciente que los demás hicieran lo mismo, alguien los había ayudado, un lobo seguramente si se tomaban en cuenta los accesos ocultos entre tantas trampas para los de su especie. Él, sus lobos y Jordan estaban muy consientes de que aquello olía a trampa, mirase por donde se mirase. Pero se arriesgarían, no se abandonaba un miembro de la manada sin luchar y menos aún a la pareja del alfa.

Las orejas oscuras de Derek se movían en espera de los sonidos que le indicara que todos estaban listos para entrar, se detuvo cuando escuchó lo esperado de parte de los demás lobos, dio su respuesta y entraron al lugar siendo poco sutiles, después de todo ya sabían que los estaban esperando adentro. Por un momento la noche se lleno de los sonidos de vidrios o cualquier otro material siendo roto para poder entrar, un momento después hubo silencio y luego se desato el caos, los disparos no se hicieron esperar, el silbido de las balas o las flechas que pasaban muy cerca de los veloces lobos abundaron en aquel lugar, al igual que los gruñidos, chasquidos de dientes o las garras haciendo su trabajo a la par de sus colmillos rasgando la carne de sus contrincantes, aquellas hermosas criaturas de cuatro patas inhabilitaban a cuanto cazador se atravesara en su camino manchando sus pieles de sangre tanto enemiga como propia, buscando el olor del hechicero de la manada, estaban seguros de que Stiles estaba allí, pero apenas si podían captar un leve rastro de su esencia. La lucha parecía que se extendería por más tiempo, pero no descansarían hasta recuperar a su miembro perdido.

El Hechizo del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora