Cap. 2 Soy una villana

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Navier Elli Troby, una noble de alto rango que era llamaba 'la emperatriz perfecta'. Un día, su esposo trajo a una mujer de una inigualable belleza al palacio llamada Rastha y la convirtió en su concubina. Y aunque la emperatriz toleró el insolente comportamiento de la muchacha, no fue suficiente. Poco a poco, la concubina fue queriendo más...

《¿Se supone que ahora esa mujer soy yo?》Pensó ella, al principio creyó que todo era una coincidencia. Ella no podía aceptar que había renacido en el cuerpo de la villana de un mundo de fantasía.

Pero al pasar los días los hechos siguientes le demostraron lo contrario.

En la novela se nombró que había dado a luz a un niño mucho antes de haber conocido al emperador, y ese hecho había sucedido antes de que reencarnara. La villana era una esclava de la finca del vizconde Roteschu; y para su fortuna, ella se encontraba en ese lugar. La apariencia era similar al de la villana e incluso tenía los recuerdos de ella. Y ella se llamaba Rastha, el nombre que ella tanto odiaba.

《Esto no puede estar sucediendo》

Rilliane estaba aún en shock por todo lo que había sucedido, no lo quería aceptar. Se acurrucó entre las sábanas, la cama no era lo suficientemente buena para dormir, pero trataba de hacerlo, creía que sólo era una pesadilla, ella quería creerlo.

Aquel cuarto en donde estaba ella era oscuro, solo había una pequeña ventana al lado de su cama, que daba vista a un pequeño jardín. Los recuerdos de Rastha pronto llegaron a su mente, en ese jardín era donde se encontraba con Allan, el hijo del vizconde Roteschu.

Tapó todo su cuerpo con la delgada sábana que tenía, sólo quería volver a dormirse. Cerró sus ojos, esperando despertar de esa pesadilla.

—¡¿Cómo que esa sucia esclava no sale de allí?! —una voz resonó por el pasillo. Era la voz del vizconde Roteschu y a juzgar por el tono, estaba muy molesto.

Ella abrió sus ojos inmediatamente ante ese grito. Se levantó de la cama bruscamente mirando la puerta con temor, rezando para que el vizconde Roteschu no abriera esa puerta. Sus pasos sonaban bastante pesados. Se acercaba cada vez más.

—¡Esa sucia esclava! —exclamó y dio un portazo, dejando ver el otro lado de la puerta.

El hombre no lo toleró, ella ya estaba completamente bien para que dejara esa habitación. Se acercó bruscamente a ella y con sus grandes manos jaló su cabellera plateada.

—¡¿Creías que podrías volverte una noble?!

—¡Ack! ¡Duele! —exclamó de dolor, pero a él no le importó y la arrastró hasta el pasillo para finalmente empujarla, dejando que ella perdiera el equilibrio para después caerse.

—¡Tu hijo está muerto! ¡No eres parte de esta familia, más te vale que lo entiendas!

La habitación estaba lo suficientemente alejada como para que alguien notara el escándalo que el vizconde hacía y si aún alguien lo viera, no dirían nada. De todos modos, sólo era un esclava.

Ella apretó la mandíbula y bajó su mirada sin decir ni una palabra. El vizconde tomó su silencio como un sí, y se marchó de aquel lugar. Las sirvientas que estaban alrededor no evitaron reírse disimuladamente.

Ella estaba tirada en el piso, siendo despreciada y humillada.

Dejó de pensar que tal vez estaba en un sueño y salió a la realidad. Ella había reencarnado, y si su final era la miseria. Pero no iba a dejar que eso sucediera ella debía cambiar ese final.

Una semana después.

Mientras estaba en uno de los deberes, pensaba en que hacer con el destino que tenía, ahora ella era la villana de esa historia, debía hacer algo para evitar su final.

Reencarné en Rastha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora