Cap. 4

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—Dime, ¿Cómo te sientes? —preguntó la mujer. Era linda y su voz era madura y segura, vestía un traje completamente blanco, el mismo color de la habitación.

—¿Cuándo vendrá padre? —preguntó la niña ignorando completamente lo que la mujer había dicho. Sus ojos era inexpresivos, sólo quería salir de ese lugar.

—¿Quieres a tu padre? Él te quiere mucho, y también tu madre y hermana.

—Ella no es mi verdadera madre —dice inmediatamente.

Volteó a ver a través del cristal, al otro lado había otra habitación, pero esa estaba vacía. Un niño de repente apareció allí, era lindo, sus ojos eran azules y tenía cabello oscuro. Parecía forcejear con la enfermera, vinieron dos hombres del mismo traje blanco para calmarlo. Todo lo que veía le resultaba gracioso, pero ella no lo demostraba, volteó a ver a la enfermera que estaba a su frente.

—¿Por qué el niño se comporta así? —pregunta con inocencia.

—Él no tiene muchos amigos, ¿Quieres ser su amiga?

—No respondió mi pregunta —Su voz sonó aún más grave, aquella niña que preguntaba con inocencia había vuelto a su estado 'normal'. Bajó su mirada y alzó las comisuras de su boca —Él actúa así porque...

****

Todo era fresco, el no sentir ninguna suciedad en su cuerpo, el estar en un sitio cómodo, suave y confortable hacía que no quisiera levantarse de esa cama, era muy agradable.

Sólo era una pesadilla》

Ella esperaba encontrarse con la imagen de su habitación, pero al abrir los ojos se encontró con una completamente diferente. Era de un color claro, el espacio era enorme y... lindo.

¿Donde estoy?》

Se levantó y deambuló por los alrededores, si lo comparaba a la vida que tenía en la residencia del vizconde, podría saber el por que Rastha decidió ser la concubina del emperador. Su vida sería completamente diferente, ella ya no sería alguien despreciada por su origen.

Pero todo eso no era excusa para lo que hizo.

—Oh, ¿despertó? —era una voz aguda y angelical, una de las sirvientas que había sido asignada para ver la condición de ella.

—¿Qué hago aquí? Quiero ver al emperador —dijo inmediatamente, ya había planeado con anterioridad lo que iba a hacer, perder el tiempo estando en ese palacio sólo le daría desventaja.

—Pero Su Majestad... —murmuró la pequeña joven. Ella lo consideraba algo insolente el pedir ver al emperador cuando sólo era una simple plebeya.

Alguien entró a la habitación, una mucama de cabello café y ojos celestes; a diferencia de la otra sirvienta, está transmitía un ambiente maduro.

—Su majestad, el emperador solicita verla —mencionó. Miró a ambas chicas que estaban en la habitación, después de unos segundos, se dirigió a la mucama de aspecto inocente —¿Aún no la has cambiado?

Ante su pregunta la muchacha se disculpó y fue rápidamente a preparar a Rastha para ver al emperador.

El vestido era normal y simple, un color azul pastel, la sirvienta de ojos celestes se preparó para escoltarla al lugar indicado, pero una figura masculina apareció en la habitación.

—Su majestad... —ambas muchachas se inclinaron. Rastha también lo hizo.

Sovieshu sólo asintió e hizo que las mucamas se retiraran. En la habitación sólo estaban Rastha y él.

Reencarné en Rastha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora