Cap. 7

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La protagonista de esta historia. Parte III

—Saludos a la emperatriz... —dijo Rastha mientras se inclinaba. La ansiedad inundaba su cuerpo, también miedo; y eso se reflejaba por medio de sus manos temblorosas. Después de haber saludado a la emperatriz, no movió ni el más mínimo músculo del cuerpo, debía esperar a que ella asintiera. La espera estaba acompañado de un silencio tenso.

Después de unos leves segundos, la emperatriz asintió con la mirada y eso permitió que Rastha alzara la cabeza, hecho esto Navier pasó por su costado evitando el contacto visual. Eran comprensibles aquellas acciones, ahora la chica que tenía frente a ella era la concubina de su esposo. Al pasar por su lado la chica de ojos oscuros sintió la abrumadora atmósfera que estaba alrededor de Navier, era frío, aquel ambiente hizo que la chica de dulce apariencia perdiera fuerza en sus rodillas haciendo que perdiera el equilibrio.

—¡Señorita Rastha...! —exclamó Ell solo cuando la emperatriz ya estaba a una distancia considerable. Rastha se echó en el pasto fresco y respiró correctamente.

—Estoy bien Ell, regresemos a mi habitación.

—¿Qué está pasando aquí? —exclamó una voz masculina, su tono era una combinación de curiosidad y amargura, era Sovieshu.

Rastha se levantó por instinto; como si su caída fuera sólo algo que nunca había sucedido y ocultando sus expresiones faciales de nerviosismo, se inclinó ante el emperador.

—Saludos a Su majestad, el empera-

Mas sus palabras fueron cortadas por la indiferencia del chico pelinegro, pasó al costado de Rastha, ignorandola como si ella no existiera y se dirigió directamente a la chica de ojos verdes.

—¿Qué sucede? —la voz de Navier sonaba confundida.

Sovieshu adivinando lo sucedido y la atmósfera tensa que había cuando llegó, y al ver a Rastha y a la emperatriz en el mismo lugar, pensó que la chica de cabellera plateada habría cometido algún error.

—Si Rastha ofendió a la emperatriz, déjeme disculparme por ella.

No solo la emperatriz y Rastha estaban estupefactas ante la situación sino que también los sirvientes y las damas que estaban alrededor. La emperatriz mantuvo su expresion seria y asintió con la cabeza.

Sovieshu miró fríamente a Rastha, y tenía el derecho de hacerlo; cuando acordaron el contrato él le había advertido que no se acercara a la emperatriz, ¿Qué hacía ella aquí? Mientras Rastha era regañada por la mirada fría del emperador, la emperatriz observó todo de reojo y se retiró del lugar con su damas de compañia.

***

Despues de dejar al canino a cargo de uno de los sirvientes, Rashta fue a su habitación, se recostó en el sofá y trató de analizar lo que había sucedido.

"Soy una estúpida..."

Se acordó de la escena donde Rastha y la emperatriz se conocían por primera vez, fue un completo desastre y una de las damas de Navier resultó castigada, esa escena fue el comienzo de la disputa entre Sovieshu y la emperatriz.

Al darse cuenta de que no había sucedido exactamente lo mismo que en la novela, Rastha no pudo evitar sentirse preocupada y a la vez feliz. Tenía en cuenta que no quería ser una villana como en la novela, pero sin Rastha actuando como una tonta y egoísta, no habría conflicto entre la emperatriz y Sovieshu; haciendo que cuando llegue el día donde Navier se divorcia de él, no habrá una razón para que lo hagan.

"¿Por qué todo resultó de esta forma? ¡Creí que reencarnar en un villano sería divertido!"

Sus pensamientos junto a sus acciones iban de la mano, mientras pensaba en todo lo que estaba yendo mal desde que reencarnó, saltaba en el sofá, como si fuera una rabieta de una chiquilla de diez años, pero ella tenía dieciséis.

Reencarné en Rastha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora