—Saludos al emperador y emperatriz; y al príncipe Heinley del Reino occidental —dice Rastha mientras se inclina ante ellos.
Heinley observó a Rastha de pies a cabeza disimuladamente y volteó a ver al emperador con disgusto, ¿Quién traería a su concubina junto a su esposa?
Cabello plateado y una belleza singular; el príncipe ya había escuchado rumores sobre la apariencia de la concubina, por lo que era fácil saber quién era.
Por otro lado Navier se estaba preparando para retirarse del lugar, quería evitar lo mayor posible a Rastha, aún si no la conocía correctamente; llevarse bien con ella no era su propósito.
—Lady Rastha es muy buena guía —agregó Sovieshu con confianza.
Rastha dio un pequeño salto ante ese halago, arqueó las cejas mirando a Sovieshu, pero el sólo la ignoró y acercó a ella.
—No haz hecho nada útil durante este tiempo, ¿No crees que es hora que te ganes la comida? —dijo en voz baja.
"Bueno, eso es verdad, pero..." pensó la chica de cabellos plateados.
Miró vacilante al príncipe, ¿Y si cometía algún error? Además que esto no iría de un buen modo si tenía algún tipo de relación diferente al de la historia original. Si fuera posible quería evitarlo. Sintió la presión en la mirada de Soviet y asintió.
Pronto se dibujó una sonrisa en el rostro de Sovieshu y se llevó a la emperatriz en un abrir y cerrar de ojos. El príncipe Heinley se sintió desconcertado, su meta era acercarse a la emperatriz, no a la concubina. Pero dejó toda incomodidad de lado y con una sonrisa amable se dirigió a Rastha.
—Entonces dejo esto en manos de Lady Rastha —dijo.
No mostró mucha formalidad en la forma como se mostraba frente a ella. Quería saber su naturaleza, el como era y si era cierto acerca de que era una esclava fujitiva.
—Sí... —respondió levemente. Aunque no conocía correctamente el Palacio, trataba de ocultarlo expresando confianza y seriedad. Sus actos y etiqueta eran los correctos, y no mostró insolencia.
Heinley observó esto, sin dudarlo supo que aparentaba lo que no era, mientras la chica frente a ella le mostraba los lugares del Palacio. Heinley la miraba con una expresión fría.
"Guantes" pensó Heinley mientras observaba las manos cubiertas de Rastha.
—¡Su Alteza! —exclamó un chico no muy lejos de Rastha y Heinley.
Tenía cabellos azules. Rastha supo gracias a la novela que se trataba de Mckenna, el secretario personal de Heinley... Y su pieza de ajedrez más poderosa.
—Mckenna, te he estado buscando, ¿te has divertido? —pregunta Heinley juguetonamente. El joven dejó de lado el actuar engreído del príncipe e hizo señas con su mirada. Heinley se dirigió a Rastha para finalmente inclinarse ante ella y llevar el dorso de su mano a sus labios.
—Lady Rastha es una buena guía... —aduló a la chica mientras choca sus labios en el dorso de la mano de Rastha, lentamente alzó su mirada para observarla directamente a los ojos —espero que nos volvamos a encontrar pronto —dice finalmente, dejando ver sus ojos violáceos hechizantes.
—Sí... —responde nerviosamente. Para ella los ojos de él se sentían intimidantes, debido a esto retiró su mano educadamente, mientras se despedía con una reverencia.
Ya lejos, la figura del príncipe junto con su secretario parecía desaparecer mientras seguían su camino. Rastha que los observaba irse, soltó una risilla al ver que ya no había nadie alrededor.
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Reencarné en Rastha.
Fantasy¿Qué harías si reencarnaras en el cuerpo de una villana? Para Rilliane, una chica de preparatoria que había leído esta clases de historias, tenía la respuesta a su situación. -No seré una villana. Pero, su vida como villana no era buena, era una esc...