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La mañana llego en menos de lo esperado, el primero en despertar, con dificultad cabe recalcar, fue Jungwoo, las cortinas de la habitación estaban abiertas y por el lado donde descansaba el sol le fue dando de a poco en el rostro. Observo con detenimiento y estupor el rostro del chico frente a él. Era simplemente hermoso, todos sus rasgos.

Su mano salió de su pecho y acarició con delicadeza el perfil del mayor, no se sentía frío, era todo lo contrario, era cálido. Las películas metían, como siempre. Río bajo y siguió con su tarea, acariciando el cabello azabache, tan suave y con un aroma exquisito.

Lucas había despertado hacia tiempo pero mantenía sus ojos cerrados, las caricias que el menor le brindaba eran extraordinarias y de ninguna manera las iba a detener. Sus instintos lo traicionaron por un momento cuando las pálidas manos de su acompañante se enredaron entre sus hebras y los dedos las cepillaron, su brazo apretó en agarre en la pequeña pero marcada cintura de Jungwoo, pegándole más a su cuerpo.

El rubio se sorprendió por aquello y detuvo el movimiento de su mano, más no la retiro de aquel lugar. Fue allí cuando Yukhei abrió los ojos finalmente, mostrando aquellos orbes carmín, dejando al menor embobado en ellos por un momento hasta recobrar la razón y alejar sus manos del cuerpo contrario.

— ¿Por qué te detienes? —Preguntó el azabache con la voz ronca, dejando que su gran mano repartirá caricias en la espalda baja del chico, causándole un cosquilleo.

— Ah, lo siento. —Contestó con su tono de voz característico, a Yukhei le encantaba escucharlo hablar de esa manera. La mano del menor regresó a su ubicación anterior y siguió acariciando la cabeza del vampiro quien cerró los ojos, quedando inmerso y disfrutando en su totalidad el tacto de las yemas de Jungwoo en su cabellera. Por su parte, siguió también acariciando la espalda baja del menor quien no se vio incómodo ante aquel tacto.

Entre caricias y disfrute no se dieron cuenta de la cercanía repentina de sus cuerpos. Piernas enredadas, pecho tecnicamente pegados y el rostro del mayor escondido en el cueyo del otro, pero sin ninguna intención de morderle.

— ¿Aún no tienes hambre? —Pregunto con curiosidad el menor. Yukhei negó en respuesta y se enterró más en aquel hueco, deleitandose con el olor natural del chico.

— De todas maneras, tu deberías comer algo primero. Algo bueno —Abandonó su escondite y reposo la sien en su brazo, viéndole con una pequeña sonrisa y sus grandes ojos.— No quiero que te pase lo mismo que ayer.

El rostro del menor de pinto de un rosa durazno mientras abría los ojos como platos. — Lo siento por eso.— Contestó avergonzado. Yukhei negó divertido y le plantó un beso en la frente.

— No te disculpes por eso, yo también me excedí un poco. Anda, bajemos para que desayune algo. —El azabache se enderezó con el chico en brazos y tomó su mano, sacándole de la cama con cuidado y llevándolo a la cocina. Le preparo waffles con frutos rojos.

— ¿No saldrás hoy? —Preguntó el menor curioso, con la boca llena de comida. A Yukhei se le derritió el corazón de tan tierna escena y negó, tomando asiento frente a él.

— Creo que hoy me quedaré, quiero pasar tiempo contigo. ¿Tienes algo en contra?

— ¡No! —Negó al instante, nervioso y emocionado.— Quiero decir, me agrada que te quedes, también quiero pasar tiempo contigo.

Ambos sonrieron al mismo tiempo y después de ambos haber desayunado, quedando uno mareado por el momento, pasaron el día juntos, viendo televisión, hablando de cosas triviales, incluso hicieron un jardín improvisado al frente de la casa por petición de menor. Hacía tiempo que ninguno de los dos sentía tanta felicidad por lo que la disfrutaron lo más posible.

𝕾𝖜𝖊𝖊𝖙 𝕮𝖍𝖊𝖗𝖗𝖞 (Hiatus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora