Décima novena carta:

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Querida Charlotte:

Adoro la forma en que aprecias cada cosa que ves, como si pudieras ver la historia detrás de todo, verte caminando de nuevo, esta vez por los pasillos del hospital, sin esconderte, dando pasos suaves y seguros, como si no temieras a nada. Fue como si en ese momento todo desapareciera y solo estábamos tu y yo, yo como un espectador y tu como una bella obra de arte para admirar.

Te he visto y creo que tu a mí, pero no me importo ser el anónimo, no me importó nada mas que tus ojos azabache.

Son esos ojos de los que me enamoré.

Pero el momento termino en cuanto te diste la vuelta y lágrimas inundaron esas bellas perlas.

Oh Charlotte.

Anónimo.

Cartas a una suicida:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora