Habit: Atsumu y sus demonios diurnos.

1.1K 60 50
                                    

Las mañanas nunca llegaban cuando sonaba la alarma, últimamente las alarmas marcaban la hora de ir a dormir, Atsumu se acostaba entre partituras y nostalgia para levantarse vacía porque no podía robar los momentos felices de sus sueños. Cafe, redes sociales, su perfil, una ducha y volverse a encerrar para tratar de que el segundo álbum sea un éxito. Atsumu era eso, era caos, era monotonía, era deseos de gloria, era extrañar a Hinata Shoyo. Pero esa mañana no era como las demás, el segundo piso de aquel edificio cuya fachada era de ladrillos vistos coronados con enredaderas que se pegaban a aquellos muros, muros que miraban a una calle poco transitada perdida en Brooklyn, se encontraba agitada. Alguien se mudaba al departamento frente al suyo, departamento que junto con los recuerdos iba a ser corrompido por otro, por otro que no era él.

 Alguien se mudaba al departamento frente al suyo, departamento que junto con los recuerdos iba a ser corrompido por otro, por otro que no era él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Años habían pasado desde la primera vez que Atsumu Miya conoció a Hinata. Todo una mañana como esa, cuando un nuevo vecino rompió su concentración, se abrió paso en el silencio, se abrió paso en su inspiración, se abrió paso en su vida. Atsumu llevaba seis meses viviendo en ese departamento, seis meses en los que dejó atrás a su familia para buscar sus sueños en la gran ciudad, seis meses en los que la música que hacía para un público limitado a través de Youtube le abrió paso a un contrato para lanzar su primer álbum. Y en medio de ese caos un vecino, vecino al que espió abriendo la puerta de su departamento y recostandose contra el marco. Lo recordaba, esa sensación, como si un corazón fuera oprimido por una mano enemiga que venía a destruir sus planes. Cabello naranja y desordenado, baja estatura pero gigante presencia, entre cajas, muebles y personas subiendo y bajando solo él destacaba. Atsumu no olvidaría su sonrisa, radiante como el mismísimo sol, no olvidaría su voz, danzaba con cariño entre cada palabra que pronunciaba.

—¿Vivis aca? Supongo que sí, aunque si no vivis aca tengo llamar a la policía. ¿Debería llamar a la policía? —fue lo primero que le dijo Hinata a Atsumu.

—Estoy por robar, espero que no digas nada. Podría invitarte a comer si me haces este favor.

Miya supo que se había enamorado en el instante que ese muchacho comenzó a reírse por su chiste.

Su mañana de nostalgia no lo iba a dejar abandonar la cama, la culpa sobre sus hombros pesaba demasiado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su mañana de nostalgia no lo iba a dejar abandonar la cama, la culpa sobre sus hombros pesaba demasiado. ¿Cómo pudo ser tan idiota? ¿Cómo fue capaz de dañar a la persona que amaba? Lo extrañaba, las mañanas heladas no eran sus amigas, traían consigo el nombre de esa persona que por más que intentase no quería olvidar.

VicisitudesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora