Sweet Creature: Hinata se maravilla con una bebé.

333 49 9
                                    

—Atsumu te dije que saques las cajas del pasillo, todavía tengo que entrar cosas y en una hora llegan a preparar el estudio. ¿Acaso no puedes ayudar? —Hinata pateó una casa y estaba a punto de perder la paciencia. —¿Dónde estás?

—¡Cocina!

Las cajas que traía Shoyo en las manos se sumaron a la decena que descansaban en el pasillo y apenas mantenían el equilibrio, mudarse era tedioso pero aquella casa de dos plantas y enorme patio valía cada frustración que Atsumu pueda causarle.

—¿Cuál es tu excusa para no estar ayudando? —Hinata se sentó en la isla de la cocina y miró en dirección al enorme ventanal que daba al patio. El sol se estaba perdiendo el el horizonte y los colores del cielo se mezclaba en diversas tonalidades rojizas.

—Estaba pensando. —Atsumu tomó el cuerpo de Shoyo por la cintura y se abrazó a él.

—¿En qué?

—Lo mucho que te extrañe durante la gira.

—¿Solo en eso?

—En los últimos años no pasamos ni siquiera una semana separados, tre meses fueron demasiado tiempo.

—Lo fueron. ¿Esa es tu excusa para no ayudar?

—Tal vez. Puedo pensar en algo mejor. 

—Eso no ayudaría con las cajas.

—Shoyo… —Atsumu atrajo la atención ajena y logró que la atención de su novio se centre en él.— ¿Estás seguro de esto?

—¿De mudarnos juntos? Ya era tiempo, es bueno saber que voy a regresar a un lugar donde estás esperándome y pagar dos alquileres cuando podemos comprar algo es realmente tonto.

—De lo nuestro idiota. ¿Qué pasa si vuelvo a fallar?

—Atsumu, si vuelves a fallar solo tendré que matarte. —Shoyo apoyó sus labios sobre los de Atsumu. —Somos idiotas, podemos equivocarnos, pero estoy seguro de que al final estaremos juntos. Es lo único que importa.

—Te amo, Hinata Shoyo.

Tuvimos otra charla sobre lo que está fallando.

Pero todavía somos jóvenes.
No sabemos a dónde vamos,
pero sabemos cuál es el lugar al que pertenecemos.
Empezamos,
dos corazones en un hogar.

Empezamos,dos corazones en un hogar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Ya va a nacer. ¡Va a nacer!

Osamu, Atsumu y Hinata corrían por el hospital sin parar, se sentaban, se volvían a parar, no lograba quedarse quietos. Kenma y Kita quienes habían acompañado a los idiotas a punto de un colapso nervioso estaban leyendo el diario y fingiendo que no los conocían.

—¿Ya nació? —preguntó la esposa de Osamu que acaba de salir de trabajar, su respiración agitada y cabello desordenado dejaba en evidencia su prisa por llegar.

—Si hubiese nacido no tendríamos tres idiotas al borde de matar al enfermero que no los deja pasar. —contestó Kita.

Algunas horas después, Terushima quien no dejaba de llorar, se acercó al grupo que había logrado tranquilizarse.

—Ya soy papá… —logró vocalizar. —… es una niña hermosa.

Osamu y Atsumu se abrazaron, Hinata por su parte saltó sobre Terushima para abrazarlo también. En ese lugar todo era felicidad.

—¿Vamos a conocer a su sobrina?

En silencio los gemelos Miya y Shoyo fueron escoltados por Terushima hasta la habitación donde estaba su amiga. Cansada, con los cabellos desordenados y una criatura pequeña en sus brazos. Los ojos de Kiyoko brillaban como nunca y la sonrisa en sus labios era enorme. Atsumu fue el primero en acercarse, Kiyoko lo miró y comenzó a llorar.

—Es hermosa, Shimizu. —Atsumu rozó con su dedo pulgar la mejilla de la pequeña.

—Soy madre, Atsumu.

—Seras la mejor mamá del mundo.

—Ustedes los peores tíos.

—Bueno, bueno, el padre experimentado quiere ver a su hermosa sobrina. —dijo Osamu acercándose a la bebé, apartando a su hermano de su camino. —Ahora mi pequeño Miya tendrá una amiga con quién jugar. —Osamu no pudo contener las lágrimas.

—Shoyo acércate también. —dijo Kiyoko y Terushima le dió el empujón que le faltaba al más bajo.

Shoyo temblaba, había sido elegido el padrino de la niña y su única experiencia con bebés eran por haber cuidado a su hermana pequeña.

—Tiene carita de enojada. Creo que no me quiere cerca. —dijo Shoyo antes de que la bebé tome su dedo.

—Le agradas, señor padrino.

—Bienvenida al mundo, pequeña. —Shoyo le sonrió.

—Ahora estás en la familia. —dijo Atsumu.

Ambos somos testarudos, 
lo sé, pero oh.
Allá donde voy, tú me traes a casa.
Cuando me quedo sin carretera,
tú me traes a casa.
[...]
Pero todavía somos jóvenes,
yo siempre pienso en ti
y en cómo no hablamos lo suficiente.

El café del hospital no era el mejor, pero esa noche de invierno y después de tantas emociones, ambos jóvenes necesitaban uno. Hinata y Atsumu estaban en una banca al aire libre, la punta de la nariz de Hinata estaba roja por el frío y Atsumu jugaba vaho que salía de su boca.

—Es muy chiquita.

—Siento que si la toco se va a romper.

—Con el hijo de Osamu eso no me pasó.

—Nació con mala cara como el padre, es por eso. —ambos miraban el cielo cubierto de estrellas.—¿Viste sus ojos?

—Es como Kiyoko.

—Agradezco que no tenga ningún parecido con Terushima.

—¿Algún día vas a superar tu odio?

—Jamás.

Ambos rieron. El silencio sucedió a aquello. Sentían paz, ambos estaban bien el uno con el otro, las cosas a su alrededor marchaban demasiado bien. Atsumu sujetó la mano de Shoyo.

—Quiero que te cases conmigo…

—¿Qué? —contestó Hinata.

—¿Eso es un "no"?

—¿Qué? —insistió Shoyo.

—No tengo anillo y se me acaba de ocurrir, cásate conmigo. Quiero que seas mi esposo, Hinata Shoyo.

Hinata era incapaz de pronunciar respuesta alguna, acordarse de respirar tampoco se le estaba dando bien. Le acaban de proponer matrimonio. Cuando Atsumu volteó a verlo al no tener respuesta, pudo notar como su pareja estaba con las mejillas cubiertas de lágrimas.

—No se supone que llores, idiota.

Al escuchar eso Hinata comenzó a reírse, Atsumu estaba confundido. Shoyo se paró y se arrodilló frente a él, por algunos segundos buscó algo en su bolsillo y terminó enseñándole una pequeña caja a Atsumu.

—Atsumu Miya, ¿te casarías conmigo?

Ahora era Atsumu quien reía.

"Acepto", solo alcanzó a decir antes de ser interrumpido por los labios ajenos.

Sé cuando empezamos,
dos corazones en un hogar.
Se hace más difícil cuando discutimos.
Ambos somos testarudos, 
lo sé, pero oh.

VicisitudesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora