Zombies [BrightWin-MewGulf] [Parte I]

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En el horizonte vislumbró la ciudad devastada, el silencio lúgubre seguía acompañándole; sabía que acercarse era similar a entregarse, como una gacela dirigiéndose en línea recta a una cueva de leones

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En el horizonte vislumbró la ciudad devastada, el silencio lúgubre seguía acompañándole; sabía que acercarse era similar a entregarse, como una gacela dirigiéndose en línea recta a una cueva de leones.

Pero ¿qué más daba?

Llevaba caminando por la carretera días, no sabría decir cuántos exactamente, había perdido la noción del tiempo cuando el hambre, la sed y el cansancio se apoderaron de todos sus sentidos, impidiéndole pensar con claridad. De sus labios resecos y sangrientos escapaban jadeos. Alucinaba por aunque sea un trago de agua potable.

«Solo un poco más, solo un par de pasos más», se animaba a sí mismo con una pequeña voz optimista resguardada en el fondo de su cabeza que se negaba a apagarse.

La ropa que vestía estaba empapada de su sudor, incluso la chaqueta que llevaba encima de las dos camisas de manga larga. Sus botas pesaban infiernos, respirar era un suplicio con la pañoleta que cubría su rostro de los abrasivos rayos del sol. Era inevitable deshidratarse con la temperatura tan elevada, estaba por llegar a su límite, y aún parcialmente consciente de su terrible situación, no fue capaz de frenar las lágrimas que brotaron de sus ojos, empapando sus mejillas calientes y limpiándolas del polvo.

Win lo había perdido todo. Y lo merecía.

Cuando aquel virus convirtió a la humanidad en una vil parodia, su familia junto a otras que tenían el dinero y poder suficiente para protegerse, se refugiaron ignorando el caos exterior que arrasaba al resto de la población, ni una sola vez se tentaron el corazón para ayudarlos, por ello, de alguna forma justa y macabra, el virus logró filtrarse burlándose de toda su seguridad de alto nivel, y aquella fortaleza que los resguardaba se volvió una prisión donde todos por igual quedaron a merced de la desgracia, casi todos.

Él había logrado escapar después de presenciar cómo su familia perdía la razón e intentaba atacarlo. Cada que cerraba los ojos los veía a ellos. Con la mandíbula desencajada y gruñendo carentes de toda humanidad, podía percibir el pútrido olor que manaba de su piel, podía sentir el miedo tan nítido asentado permanentemente en su estómago. Era peor que una pesadilla, era peor que una parálisis del sueño, porque al volver a despegar los párpados, el hecho de que su familia se había convertido en muertos vivientes, seguía siendo su única realidad.

Edificios con cristales rotos le dieron la bienvenida a Bangkok, en el suelo destruido se encontraba todo lo que una vez fue la brillante ciudad, ahora más parecía un despojo sucio y gris.

Aquel asqueroso aroma perfumaba las calles desiertas, soportándolo se dirigió hacia donde recordaba había un centro comercial, con la esperanza de encontrar el líquido vital por el que estaba por volverse loco.

Con esfuerzo avanzó entre los escombros de la civilización, hasta que un hombre que arrastraba una de sus piernas apareció frente a él. La sangre seca que manchaba su piel (de un pálido antinatural y surcada por venas que parecían estar a punto de atravesarla), fue prueba suficiente de que aquel era un zombie.

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