Somehow, somehow

Profesor/Estudiante [Parte I]

La cafetería de la familia Chivaree por las mañanas solía ser muy colorida y alegre. Más que un sofisticado y lujoso establecimiento, se caracterizaba por ofrecer a sus clientes una atmósfera hogareña y reconfortante.

Decorado con macetas de diferentes tamaños y ventanales de tonos claros que filtraban la luz solar, y armonizado con música suave donde destacaba el piano, lo volvía el sitio perfecto para sentarse a tomar un café antes de ir al trabajo.

Bright Vachirawit, el único hijo de los dueños, acostumbraba ayudar como mesero en época de vacaciones. Y ya que su primer año como universitario había concluido, y tenía un mes libre antes de volver a retomar las clases, había elegido el turno de la mañana para trabajar durante ese corto período de tiempo.

Estudiaba arquitectura y por el momento vivía en casa de sus padres, pero ese año planeaba alquilar un departamento con dos amigos que había hecho en el transcurso de su carrera.

Amaba a sus padres, pero necesitaba comenzar a ser independiente, por ello mientras limpiaba las mesas y tomaba nota de los pedidos, un sentimiento de ansiedad se retorcía en su pecho.

Ese día en especial, había despertado pensando seriamente en su futuro. Al ser lo único que tenían sus progenitores, deseaba llenarlos de orgullo, sin embargo, también añoraba cometer un par de tonterías por su cuenta antes de que fuera demasiado tarde. Tenía veintiún años, la edad perfecta para equivocarse sin que las consecuencias fuesen tan graves.

—Una malteada de frambuesa y unas galletas de coco, por favor —pronunció el muchacho al que se había acercado para tomar su orden.

Bright le contempló con una sonrisa superficial, ensayada especialmente para el trabajo, y asintió regresando su total atención al presente.

No necesitó apuntar, aquel sujeto llevaba dos semanas seguidas ordenando lo mismo, sin excepción sentándose en la terraza cerca de la orilla, con una pila de documentos y su laptop de marca costosa; todo esto sin falta hasta que llegaba el mediodía y por fin se marchaba.

Lo describiría fácilmente como un tipo amable y silencioso, que siempre le dejaba una considerable propina. Sin embargo, Bright había notado desde la primera semana que aquel muchacho le miraba como una colegiala enamorada. Cada vez que se acercaba para preguntar si necesitaba algo, el joven se ruborizaba y percibía que sus movimientos se volvían torpes.

Al aproximarse al barista, Luke Voyage, con un gesto burlón se le adelantó:

—¿Lo de siempre para tu admirador? —profirió con una enorme sonrisa seductora.

—Cállate, solo le gusta el lugar... —Se defendió avergonzado.

A pesar de que no era el primer cliente que frecuentaba la cafetería por él, jamás podría acostumbrarse a ser el objeto de interés de una persona.

Luke rió divertido.

—Claro, por eso el día que descansaste se acercó a preguntarme por ti —dijo comenzando a preparar la bebida.

Bright apoyó uno de sus brazos en la barra y suspiró somnoliento.

Esa mañana no tenía mucho trabajo y se aburría con facilidad.

—¿En serio? —cuestionó con una expresión neutral. No quería demostrar interés o nunca se sacaría de encima al barista.