III: Forest

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La primera impresión de JeongGuk al llegar a la intersección del camino donde se hallaban el par de miembros de aquella compañía de mercenarios fue que tenían un aspecto fiero y hosco, se le revolvió el estómago con solo pensar en cómo sería su largo viaje en compañía de alguno de los jinetes que le esperaban, sin duda, bastante incómodo.

—En un momento vendrá quién acompañará al chico en su viaje, su nombre es TaeHyung —habló uno de los sujetos, con voz grave pero clara. Era bajo, con una barba negra, espesa y larga.

Le resultaba extraño que no se dirigieran a él bajo designios dignos de su regio linaje, ni le dieran el trato apropiado que se le otorga a un miembro de la realeza pero conocía que debía olvidar las formalidades hasta llegar a su destino. No se podría hacer referencia a su lugar dentro de la sociedad o eso podría traerle problemas, inconvenientes y contratiempos en su viaje si oídos maliciosos alcanzaban a escuchar.

Pocos minutos después, TaeHyung apareció entre la espesura del bosque. Lucía igual de adusto que el resto de sus compañeros pero con una belleza etérea mucho mayor, sería más justo decir que los demás no la poseían. Otros se reunieron a su alrededor, contó seis en total.

Cuando alguien nace dentro de una familia real, aprende rápidamente que no solo nace con una corona en la cabeza, riquezas y comodidades sino también con un blanco en el pecho. Muchos te adorarán pero otros te desearán la muerte e incluso intentarán llevarla a cabo, hasta el más tierno aprende sobre la desconfianza o puede terminar con un tajo en la garganta mientras duerme o con el amargo sabor del veneno mientras come; razón por la que trazó una ruta de escape en su mente, por si las cosas se ponían peliagudas pero solo después de haber ideado algún plan de lucha, podría contra uno o dos utilizando su arco antes de que se acercaran demasiado pero si pensaban en traicionarlos no estarían solos, así como se conocía su destreza en el baile del acero contra el acero.

Estaban en desventaja numérica, encima, seguramente que no conocían tan bien el terreno como ellos. Lo único en lo que halló consuelo fue que de ser así, moriría con una espada en las manos y una maldición en los labios.

—Él es TaeHyung —habló el mismo hombre de barba abundante—. Es quien acompañará al chico en su viaje, no hay nadie mejor calificado que él.

Los caballeros que escoltaban al príncipe se miraron los rostros, consternados tras la señalización del mercenario al joven e inescrutable colega que les veía sin ningún sentimiento en particular. El mismo JeongGuk creyó que se trataría de alguien más temible, imponente, pero su guardián era un chico que seguramente tenía su misma edad.

—¿No es demasiado joven? —cuestionó el mayor de los caballeros que resguardaban a JeongGuk—. ¿Seguro que está capacitado?

—Lo está —respondió otro, de piel morena y realmente alto—. Quizá entre los caballeros reales se valora más el blanco de sus canas, pero entre los vástagos se cultivan distintas habilidades que para los veinte años ya están dominadas.

JeongGuk alcanzó a ver como el caballero de su guardia apretó los labios, disgustado, pero no emitió ni una palabra. Fue él quien picó espuelas para adelantarse hasta la cabeza del grupo, bajo la atenta mirada y guardia de sus caballeros.

—Si no les molesta, me gustaría emprender mi travesía cuanto antes.

El joven príncipe alzó la mano, movió los dedos en una seña. Otro de sus caballeros se adelantó conociendo el significado de dicho ademán, llevaba consigo una cesta de mimbre pero en el interior transportaba una bolsa llena de monedas de oro que representaban una pequeña fortuna. Uno de los mercenarios fue a su encuentro, aquél de barba espesa; tomó la bolsa, revisó las monedas y asintió.

MARE MAGNUM ↷VKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora