IV: Sadness

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La noche cayó fría y despiadada, incluso más que lo que TaeHyung intuyó. La neblina era espesa en aquella zona de extrema vegetación, todavía había algo de luz cuando decidió que acampar, sería lo más seguro poniendo por delante el bienestar de sus monturas. JeongGuk no le habló desde su corto altercado, y él no buscó cruzar más palabras.

—¿Dónde encendemos la fogata? —cuestionó el príncipe tras atar las riendas del caballo en un árbol cercano, dándole la libertad suficiente para caminar unos pasos, también le dio un poco de agua.

—Nada de fogatas —respondió TaeHyung, arrancando hierbas, inspeccionando los arbustos que crecían alrededor del muy limitado claro que encontraron a una distancia considerable del camino.

—Nos vamos a congelar —reprochó JeongGuk, atónito ante la decisión de su guía, le parecía absurdo.

—Éste frío te entumecerá los pies, pero no te congelará —le explicó, con un deje de impaciencia en la voz—. Hay quiénes te siguen la pista, también hay bandidos en estos sitios y una fogata nos expondrá demasiado. Así que ni una queja más saldrá de esa bonita boca tuya o te desmayaré de un golpe hasta el alba ¿Estamos?

JeongGuk asintió, apretando la mandíbula y frunciendo los labios; comenzaba a desarrollar muy poca simpatía por su compañero de viaje, llegó a pensar que un lobo con rabia sería mucha mejor compañía que él. TaeHyung, por otro lado, se divertía con la actitud de JeongGuk quien a pesar de ser extrañamente agradable considerando su posición social, no contaba con mucha paciencia y no le agradaba seguir órdenes.

Usaron las pieles que se le entregaron a TaeHyung para cubrirse del frío, se acomodaron uno al lado del otro, acurrucados buscando darse calor mutuamente para no hacer de la noche algo agónico. Despidieron las últimas luces del día comiendo carne seca y bebiendo vino del odre.

Pronto, solo hubo oscuridad.

TaeHyung quien no era la primera vez que se veía en ése tipo de situaciones, mantuvo la calma, escuchaba los ocasionales sonidos emitidos por los caballos, y de los insectos cercanos, también el ulular de un búho.

JeongGuk estaba nervioso pero nunca lo admitiría, era la primera vez que hacía algo como eso, siempre que viajaba lo hacía con una caravana y sirvientes que se encargarían de hacerle llegar una cena caliente y deliciosa, tendría un lecho cómodo y cientos de personas que lo protegerían si se daba la ocasión de necesitarlo, pero allí estaba, en medio de la nada, sin nada de eso.

La cercanía de TaeHyung lo ponía incluso más nervioso, nunca antes se halló tan cerca de otro hombre si no se trataba de su hermano. Si no fuera por los gustos descarriados de JeongGuk, se sentiría tranquilo, sin darle muchas vueltas al asunto pero no era así. Sentía la respiración de TaeHyung cerca de la oreja, su aliento levemente frío y con el aroma del vino. Olía a menta, a tierra y a pino.

—¿Estás incómodo? ¿Me acomodo mejor? —preguntó el mercenario, sintiendo lo rígido del cuerpo del príncipe.

—No —respondió, había negado con la cabeza pero solo unos pocos segundos después reparó que en efecto, no podría verlo—. Estoy bien, tan solo un poco nervioso. Es la primera vez que estoy en una situación como esta.

Las palabras del príncipe no eran del todo una falsedad, se podría decir que no mentía pero sí omitía información. El esclavo creería que se trataba del viaje, de su situación a ciegas y no por hallarse tan cerca de otro hombre, que a pesar de no agradarle mucho, no podía negar su atractivo.

—Es normal —comprendió TaeHyung, con la mirada clavada en las siluetas apenas visibles de los caballos moviéndose cada tanto—. Tomaré la primera guardia, duerme primero. No nos beneficia ir cansados y vulnerables.

MARE MAGNUM ↷VKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora