VI: Secrets

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El trayecto fue lento, largo, agotador; el camino se había tornado lleno de raíces gruesas que sobresalían del camino y hoyos en la tierra, debían cabalgar con extremo cuidado para evitar que sus monturas se rompieran una pata por el desigual terreno peligroso.

JeongGuk sentía dolor en la cadera, sus muslos estaban entumecidos. Si alguien le preguntaba respondería que bajaría tullido del caballo luego de tanto tiempo seguido cabalgando, jamás en su vida hizo un viaje de tanta exigencia, sin paradas más de las necesarias, sin más comida que la exigida para seguir adelante y sin ningún tipo de lujo. Cuando sentía que necesitaba un respiro se decía que era un príncipe, regio y galante; tenía que mantenerse firme. No podía mostrar debilidad, mucho menos ser inferior a un individuo muy por debajo de su nivel social, pero eso no tenía un buen efecto, él no era así, por más que estuviese desesperado por hallar alguna razón para mantenerse firme.

Cuando el sol comenzaba a ocultarse, TaeHyung decidió que detenerse sería lo más prudente; en otro tipo de situación habrían seguido hasta que la oscuridad consumiese todo pero, con una vía por debajo de lo rudimentario no era aconsejable, mucho menos si eran atacados por algún animal o criatura, en las que el príncipe no creía pero el mercenario aseguraba su asistencia.

La neblina era densa, incluso más que la noche anterior, provocando que a TaeHyung se le erizaran los vellos de la nuca como consecuencia del frío penetrante que se abría paso en la noche. JeongGuk jamás se sintió tan aliviado por detener la marcha, al bajar caminó por los alrededores estirando las piernas, apretándose los muslos, masajeándolos, en un intento por aliviar los dolores que le molestaban.

Mientras tanto, TaeHyung encendía una pequeña fogata; el frío era penetrante y creyó que lo necesitarían para no experimentar ningún problema por el frío intenso, sobretodo JeongGuk quien no estaba acostumbrado a ése estilo de vida tan adusto, carente de cualquier lujo; mas bien tenían mucho que agradecer por poseer comida suficiente para el tiempo de viaje que verían pasar antes de llegar al destino pactado para el santo matrimonio del príncipe.

—El clima es extraño hoy ¿no lo crees? —comentó JeongGuk en su corta caminata, seguidamente se acercó al saco que llevaba su montura para extraer un par de jugosas manzanas.

—Algo —respondió TaeHyung, agregando pequeñas ramitas secas al fuego naciente—. Puede que solo sea el frío.

TaeHyung cubrió las pequeñas llamas valiéndose de ambas manos luego sopló con suavidad, el fuego no tardó en hacerse mayor, consumiendo el resto de las ramitas y hojas secas que le agregó. Así lo fue controlando, colocando piedras a su alrededor cuando lo creyó suficiente; no quería una fuente de luz y calor demasiado grande o traería visitantes indeseados.

TaeHyung se dedicó a buscar un par de ramas rectas en buen estado, luego se dedicó a quitarles la corteza empleando el filo de su navaja hasta lograr hacerse con un par de varillas que servirían para la carne, al menos por esa noche podrían desistir de la carne fría y el vino aún más frío. Si TaeHyung estaba feliz por eso, JeongGuk no cabía de felicidad en sí mismo.

Casi de inmediato se le vio extrayendo del equipaje lo necesario para calentar el vino, también para endulzarlo con un poco de miel. Por otro lado, el mercenario se hallaba colocando la carne cerca de las llamas, dándole vueltas lentas cada tanto para una cocción uniforme. El príncipe se dedicó a extender una de las pieles en el suelo, colocó también los dos sacos de ropa que les servirían a modo de almohadas luego colocó el resto de las pieles a mano para poder arroparse con ellas una vez se fueran a dormir, todo bajo la atenta mirada del mercenario quien solo había pensado en dormir con la espalda apoyada en un árbol.

TaeHyung también se fijó en la delicadeza innata que poseía JeongGuk para cada cosa que hacía, incluyendo algo tan carente de clase como eso.

El príncipe notó su mirada y levantó la propia, el mercenario no desvió la suya; se miraron a los ojos por varios segundos que parecieron eternos, el de baja clase sonrió y le dio su atención a la carne mientras la removía del fuego.

MARE MAGNUM ↷VKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora