Pokémon Adventure - Load Game ~| Parte 2 de 4 |~

Capítulo 7: Dolor de estómago.

Tenía un adorable Tyrunt aún sin nombre…

– ¿Qué nombre me recomiendas?

– Mordelón.

– ¡Es perfecto!

La verdad no había razonado el nombre, pero debía elegir rápido, así que acepté la opción de Maxi.

Viajamos a Fyrio a retar a la líder de gimnasio cuyo nombre desconocíamos, además de no saber qué tipo manejaba. Para nuestra sorpresa, resultó llamarse Adri, me preguntaba si Adru ya la habría conocido, seguramente la hubiera amado, era muy adorable y tenía su mismo nombre, seguramente Matías también le cogería bastante cariño al conocerla. La vencimos con facilidad, aunque Maxi definitivamente no se demoró ni 2 minutos en conseguir la medalla.

La ciudad era hermosa, perfecta a mi parecer, sobre todo por esos globos aerostáticos que me convencerían para volver en un futuro solo para subir a uno y saber qué se siente. Quería subir a una de esas cosas en esa visita, pero Maxi decía que en Cultivo habíamos perdido demasiado tiempo y ya debíamos continuar. Accedí, porque sabía que tenía razón.

Pasamos por la ruta más próxima, la que sabíamos nos llevaría al muelle donde nos esperaría un Transbordador que zarparía con destino a la Isla en la que se encontraba la ciudad con el siguiente gimnasio. Llegando al muelle, compramos un ticket y solo nos quedaba esperar a que llegara el próximo Barco –llamado S.S. Marina en honor a su creadora: Zoey Marina– por lo que estaríamos ahí al menos unos veinte minutos.

– ¿Ya hablaron con John? – dijo una voz misteriosa que parecía venir de la nada.

– ¿Quién dijo eso? – dije, al ver que todos me miraban con la típica cara de “¿De qué está hablando? Debe tener problemas mentales”, decidí bajar la mirada y preguntarle a Maxi en voz baja si era esa la voz de MissingNo.

– No, no es, esta voz es más fluida, más suave – dijo Maxi de una forma que me recordó al estilo Hippie por alguna razón.

– Supongo que no hablaron… Bueno, os ruego se acerquen a la orilla del mar – dijo esa voz, obviamente usando palabras que normalmente no usaría.

Fuimos sin pensarlo, por la experiencia que Maxi ya tenía, y porque mi hermana Nadia siempre me decía que debía hacer caso a los extraños –¿O era que no debía hacerles caso?... Ya ni recuerdo–.

Llegamos a la orilla del mar, casi bajo el muelle, ahí se encontraba: Radiante, con un pelaje hermoso e inigualable –Casi tanto como el pelo de Maxi–, con una postura magnífica y del todo elegante.

– ¿E-Eres tú? Digo… ¿Suicune? – dijo Maxi, yo no sabía de qué hablaba.

– ¡¡Hola!! ¡¿Conoces a John?! – dije emocionada, amo tener nuevos amigos gracias a los amigos en común.

– Se suponía que se encontrarían en Fyrio, él debía entregarles un mensaje, pero bueno, seguramente no se dio la ocasión… Me presento, soy Suicune, uno de los tres perros legendarios, hermano de Raikou y Entei, hijo de Ho-oh, reencarnación de Vaporeon, y estoy aquí para pedirles ayuda – me preguntaba si esos títulos eran inventados para provocar una escena dramática o si simplemente era parte de su diálogo fijo –  Giratina está enviando al mundo Distorsión a todo aquel que sea tipo siniestro o fantasma, incluso algunos tipo veneno, nadie sabe aún el por qué, solo se sabe que muchos de estos pokémon son de entrenadores, aunque también se toman en cuenta a los salvajes.

– Una vez vi a Giratina en el bosque – dije como acotación.

– Ahora deben ir al mundo distorsión, a descubrir qué pasa y acabar con esto... Esperen, ¿Y los demás?, falta gente aquí… Ustedes prepárense mientras yo me encargo de reunir al resto, nos juntaremos en el centro de la Isla – luego de esas palabras, Suicune huyó del “combate”.

El S.S. Marina ya se acercaba y debíamos irnos, Mordelón no dejaba de jugar con las plantas que se encontraban cerca de la orilla del mar –que eran bastante escasas–, por lo que tuve que regresarlo a su pokéball hasta que por fin quedamos dentro de ese barquito adorable. Volví a dejar salir a Mordelón y salió corriendo, lo dejé pensando que iría a recorrer el lugar, a marearse un poco y tal vez hasta a vomitar por el movimiento del Barco.

Con Maxi decidimos recorrer el lugar, encontramos a varios entrenadores dispuestos a luchar, obtuvimos mucha experiencia de esos encuentros y Maxi por fin tuvo a su Crobat.

Después de todas esas luchas descansamos un rato en nuestras habitaciones. El viaje duraba unas seis horas y queríamos llegar directo al gimnasio, además, nuestros pokémon también debían descansar.

Después de un par de horas, salí de mi habitación para notar que Mordelón seguía sin volver, por lo que recorrí todo el lugar buscándolo.

– ¿Mordelón? ¡¡Mordelón!! – gritaba por todos lados, de todos modos no aparecía y ya me estaba preocupando.

Bueno, estaba tan preocupada que me decidí a entrar a la habitación de Maxi, pensando en que se podría enojar conmigo o algo así, o que podría estar ocupado. De todos modos, supuse que entendería la situación y me ayudaría a buscar.

Pero no, Maxi estaba tranquilo, viendo la TV y tomando quizás qué cosa junto a sus pokémon y Mordelón. Sí, Mordelón estuvo ahí todo el tiempo que yo busqué, todo ese tiempo en que estuve desesperada pensando en que había perdido a mi Tyrunt. Lo noté un poco mareado, pero no lo tomé en cuenta, solo lo regresé a su pokéball y volví a mi habitación.

Para cuando me di cuenta, ya habíamos llegado a la Isla, cuyo nombre ni me había preguntado, por alguna razón…

Mordelón se veía algo distraído, sabía que no le gustaba obedecer a nadie, pero ahora era distinto, estaba realmente mareado.

Lo saqué de su pokéball y noté que se tambaleaba levemente, hasta el punto en que se tiró en el suelo y no quiso levantarse.

– ¡Mordelón! ¿Qué pasa? – dije preocupada.

– Ty-… Tyrunt… - dijo desganado y medio dormido.

– Disculpa, pequeña, pero tu Tyrunt está enfermo, debió comer demasiada basura por ahí, tendrá dolor de estómago o algo así – dijo un extraño que iba bajando del S.S. Marina – llévalo a un Centro Pokémon y quedará como nuevo.

Y así fue como llegué a la ciudad del centro de la Isla solo para llevar a Mordelón a un Centro Pokémon.