Pokémon Adventure - Load Game ~| Parte 2 de 4 |~

Capítulo 9: Cambio de personalidades.

Éramos seis en nuestro grupo: Sylveon, Maxi, John, Murdoc, Bruno y yo.

Estábamos cerca de lo que parecía un portal, Suicune nos había explicado que era un portal momentáneo, que estaba ahí porque Giratina había pasado por ahí hace poco tiempo, y que iba a durar lo suficiente como para entrar, pero no para salir.

– ¿Entonces nos quedaremos a vivir ahí? – dijo Sylveon nerviosa.

– ¿No escuchaste a Suicune? – dijo John.

– Es que mientras hablaba yo miraba el brillo que salía de su pelaje, es como el polvo de hadas que escuché una vez en un cuento.

– Bueno, solo podremos entrar por aquí, para salir tendremos que esperar a que se abra otro portal en el mundo distorsión que nos llevará a cualquier lugar de la región, sin saber cuál será nuestro destino final.

– ¡¡Entonces vamos!! – dijo Sylveon, saltando dentro del portal como si nada.

Sus pokémon la siguieron, Muffin se veía emocionado.  Después de eso entramos todos.

Era un lugar muy raro, Muffin estaba saltando en una pared… Si es que a eso se le podía llamar saltar.

–  ¡Miren un pokémon paralizado! – dijo Sylveon acercándose para tocar al pokémon y ver si reaccionaba.

Era un Umbreon, estaba totalmente quieto y miraba a la nada.

Mientras más avanzábamos, más pokémon paralizados aparecían. Eran como estatuas, claro que en el fondo sabíamos que estaban con vida.

– ¿Qué ocurre aquí? Esto no es normal… - dijo Bruno.

– En el Mundo Distorsión no corre ni el tiempo ni el espacio, por lo que nadie puede vivir aquí. – dijo Murdoc.

– ¿Por qué podemos movernos, entonces? – dijo Maxi.

– Suicune consiguió la ayuda de Dialga y Palkia para esta misión, estaremos protegidos mientras estemos dentro, una vez salgamos no podremos volver a este lugar aún teniendo un portal cerca – dijo Murdoc, luego seguimos caminando.

El camino era muy largo y no habían pokémon para entrenar o divertirse, excepto por Sylveon, que juega hasta con aire.

No sabíamos qué era lo que nos esperaba, solo seguíamos avanzando.

Y seguíamos… Y seguíamos.

– Esto no está resultando – dijo John. No me digas – dije.

– ¡Chicos, debemos encontrar a Giratina! – dijo Sylveon.

– Qué gran aporte, Sylveon, de verdad – dijo Bruno en tono sarcástico.

– Chicos, por favor, dejen de pelear, la idea es que estemos unidos, si nos enojamos no llegaremos a ningún lado, además, ¡Miren lo adorables que son esos pokémon inmovilizados! – dijo Murdoc.

– ¿Qué ocurre, profesor? ¿Acaso no puede controlar a unos simples niños como hace siempre? Mándelos a completar una pokédex para que se entretengan un rato – dijo Maxi.

– Chicos, algo está pasando aquí – dijo Sylveon, sacando del bolsillo de John lo que parecía una lata con forma de espiral unido a un palo de madera del tamaño justo para sostener con una mano – Por esta parte del camino estamos todos actuando muy raro, lo mejor será avanzar para volver a la normalidad.

– ¿Lo mejor? ¿Cuándo has sabido tú lo que es mejor? – dijo Maxi.

– ¡Golpe bajo!, pero no es momento de bromas, creo que Sylveon tiene razón – dije.

Seguimos avanzando, hasta ver una pared que nos impedía el paso.

Empezamos a rodearla, pero la pared se movía junto a nosotros. Nos separamos para que la pared tuviera que elegir un lado y al menos la mitad de nosotros pudiera pasar, pero la pared crecía hacia ambos lados para que no pasáramos. Finalmente Sylveon se enojó y sacó a su Houndoom, quien empezó a quemar la pared.

Ésta empezó a derretirse lentamente, transformándose en una especie de baba negra. Esa cosa se movía por cuenta propia, tendría vida o algo así.

Cuando la pared se deshizo, la baba se fue muy rápido hacia el lado contrario al que estábamos nosotros, dejando a la luz un pokémon que era simplemente hermoso.

– ¿No es ese Diancie? – dijo Sylveon.

– ¿Y desde cuándo sabes tú lo que es un Diancie? – dijo Maxi.

– Luchamos contra él, ¿No lo recuerdas? – dijo Sylveon.

El Diancie brillaba y nos miraba fijamente. De pronto el Houndoom de Sylveon le lanzó fuego y dejó de destellar.

– ¿Qué pasó aquí? – dijo Bruno, volviendo a su personalidad normal.

– ¿Eras tú la causa de esto, Diancie? – dijo Murdoc.

– ¡Mira! ¡Brilla! – dijo Sylveon acercándose a jugar con él.

– ¡Dii! – exclamó Diancie cubriéndose con una capa de diamantes para luego huir.

Después de eso, ya todos estábamos como debíamos ser.

– ¿Qué ocurrió aquí? – dijo Maxi.

– Diancie es uno de los pocos pokémon que aprenden “Intercambio” por cuenta propia. No sabía qué efecto podría crear ese movimiento en humanos, puesto que en pokémon solo cambia sus naturalezas – dijo Murdoc.

– Gracias, profesor, usted es como una pokédex parlante – dijo Sylveon abrazando a Murdoc.

– Sylveon, si usaras tu pokédex de vez en cuando, notarías que las pokédex están programadas para hablar – dijo John.

Luego de esa pequeña charla seguimos adelante.

Después de una caminata muy larga, escuchamos unas voces de personas que claramente estaban en movimiento,por lo que nos escondimos tras una de esas paredes que había por ahí, aunque esta pared no se movía.

– ¡Los chicos! – dijo Sylveon.

– No, Sylveon, esas voces no pertenecen a los otros grupos que estaban en el plan – dije.

Seguimos escuchando:

– ¿…  de los Pokémon siniestro?

– Ya hay cerca de dos mil, creo que son suficientes.

– ¿Y los pokémon del tipo fantasma?

– Con diez más tendremos lo justo y necesario.

– Pero no hay muchos pokémon tipo veneno…

– Sí, eso nos falta.

Luego de esas palabras, los tipos que estaban por ahí se fueron.

– Si no me equivoco, ellos están tras los secuestros – dijo John.

– Pero, ¿Qué tiene que ver Giratina? – dijo Maxi.

– Siento que mientras más avanzamos, menos gravedad hay – dijo Bruno.

– Tranquilo, nunca hubo gravedad – dijo Sylveon saltando y caminando por el techo – ¡Hola!

– Es verdad, aquí no hay gravedad – dije.

– ¿A quién saludó Sylveon? – dijo Murdoc.

– ¡Aah! – dijo Sylveon, quien luego fue arrastrada por algo que no alcanzamos a ver.

– No me sorprende – dijo John – No se preocupen, volverá, solo sigamos avanzando.