🎨 III

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"El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad." —Giovanni Papinni

—Estoy bien —contesté con mi labio temblando ligeramente—. Yo... lamento lo que he hecho. Me olvidé que debía mirar, por favor perdóneme.

—Sí, pudo ser muy peligroso. T-te ayudo.

El desconocido me tomó por el brazo ayudándome a incorporar y tomó las bolsas colocando dentro lo que se había alcanzado a salir de ellas. Sentía cada parte de mi cuerpo temblar, hasta mi propia voz. Observé aquel rostro que me parecía familiar o es que solo era muy común.

—¿Seguro estás bien? ¿No necesitas ir a un hospital?

—Sí, estoy muy bien, solo es el susto. No te preocupes.

—Pue-puedo llevarte a tu casa a modo de disculpa por casi haberte arrollado.

Abrí mi boca no estando muy seguro de afirmar a su invitación, era un desconocido y había tanta gente loca actualmente que llegaba a temer de mi propia sombra. —No, puedo ir caminando.

—Me haría sentir muy bien y dormiría tranquilo sabiendo que no te desmayaste en el camino.

Reflexioné sus palabras, pero una parte de mi seguía insistiendo en que aceptar aquello era muy arriesgado. Los autos comenzaban a pitarle al sujeto extraño que se había ablandado el corazón ante mi irresponsabilidad, de haber sido otro ahora mismo podría estarme diciendo una serie de groserías a las que no sabría responder. Aunque para Yoongi y Jungkook eso sería demasiado fácil.

—Está bien —pronuncié.

¿Que hice? Me pregunté.

Tonto Jin.

El chico sonrió aliviado y se dio la vuelta para subir la bolsa a la parte trasera de su auto, me abrió la puerta ofreciéndome a subir y lo hice sintiéndome algo nervioso; era un detalle que no habían hecho conmigo antes, a menos que fueran personas del servicio de algún hotel donde me hospedaba con mi familia por las vacaciones. El de cabello rubio cenizo me extendió la sombrilla cerrada y le sonreí musitando un gracias.

Enseguida me acompañó en el auto. Casi puedo jurar que estaba más que contento por haberme llevado, me abracé a mí mismo encogiéndome en mi lugar, luego de ponerme el cinturón de seguridad sintiéndome aún más inestable. Al avanzar lo hizo despacio y los limpia vidrios comenzaron a retirar las gotas para hacer más visible el camino y evitar otro accidente.

Empezaba a sentir un frio en la espalda y que la ropa se me pegaba a la piel por lo empapada que había alcanzado a ponerse. —Tu asiento quedará muy mojado después de que baje.

—No tienes por qué preocuparte, de todos modos el auto no es mío. De haberte arrollado, no sabría cómo explicar a la agencia de renta lo que ha sucedido.

—Oh, no eres de aquí.

—No desde hace mucho, pero conozco este lugar. Claro si así le puedo llamar al gps —ambos nos carcajeamos y bloqueó su teléfono para olvidarse de las indicaciones de la anterior dirección—. Solo indícame que rumbo debo tomar.

—Sí.

Más adelante, nos detuvimos por la luz en rojo y de nuevo se formuló un silencio. Miré al joven que parecía ser mayor que yo por el rabillo de mi ojo, su ropa estaba un poco más mojada que la mía, su cabello se había aplanado y las gafas las estaba intentando limpiar con su camiseta.

—Solo vas a arruinarlo más, no lo intentes —le dije.

—Lo sé —suspiró resignado y se rió—. Ni siquiera sé porqué lo intento.

WHERE THE SHADOW ENDS | [NAMJIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora