🎨Epilogo

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Jugueteaba con la esquina de la hoja sosteniéndola firme entre mis manos.

Un aliento apesadumbrado escapó de entre mis labios cuando terminé de leer el último párrafo. Apenas y forcé una sonrisa cuando una amigable voz atrajo mi atención, la amable azafata me extendía la botella de agua que pedí minutos atrás.

—Estamos a punto de aterrizar, anunciaremos cuando tengan que preparase —me recordó.

—Sí, gracias —volví a decir con una sonrisa.

La vi marcharse volviendo mi vista a lo que estaba haciendo antes. Era cuestión de minutos para saber lo que me deparaba una vez que bajara del avión. Mi vecino de asiento se mantuvo callado durante todo el viaje, haciéndome más fácil el hundirme en mi propio mundo, aunque tampoco es como si quisiera mantener una conversación con un extraño.

Me apoyé en el respaldo del asiento viendo por la ventanilla dando un sorbo a la bebida que tenía una temperatura adecuada. Leer la carta me había dejado la boca seca y el temor se disipó, la vista de las nubes y algunos edificios me hacían rememorar los últimos años y darme cuenta de cuánto es que había cambiado al respecto.

Hace tan solo cinco años recuerdo haber atravesado el pasillo de embarque con todos pasando por mi lado, sentía algo de pánico, pero no por las alturas o el viajar solo por primera vez. Quise ir a ese momento para tocar el hombro de ese temeroso yo que iba con el alma rota y herida para decirle que no se preocupara, que todo iba a salir de maravilla una vez que llegara a su destino, no haría falta afligirse cuando la aventura aguardaba una vez que tomara su lugar.

Si fuera posible le diría que no fingiera tallar sus ojos por el cansancio solo para ocultar y limpiar el rastro del llanto, porqué todo iría muy bien. Habría alguien esperándolo con un ramo de margaritas mostrando una sonrisa con los hoyuelos más tiernos.

Ahora que podía, disfrutaba de ese recuerdo cada que me venía a la cabeza y no solo eso, sino del aroma del mar y como el agua me golpeaba el cuerpo, las caminatas del atardecer, de los bailes en la sala cuando se reproducía One and Only de Adele, pero sobre todo de ese toque en la piel que me recorría los dedos dejándome un cosquilleo en la palma de la mano.

Recordaba los aromas, las texturas, las miles de sensaciones y dibujé cada uno conforme llegaron a mi cabeza en mi nueva libreta especial. No debía volver a temer de un lugar que conocía bastante bien.

El tiempo transcurrió lo suficiente para reflexionar, aunque algunos hechos dejaran cicatriz. La única prueba que podía mostrar al respecto, era la carta que sostenía en mis manos.

Di un repaso a las últimas líneas que mi padre me escribió y me hizo llegar hace tan solo unos días, junté el valor suficiente para leerla apenas. Estaba temeroso por su contenido, no estaba seguro si eran palabras que me reconfortarían o terminarían lastimando más.

Me reprendí al darme cuenta que la preocupación que me agobiaba desde hace tiempo por conocer su respuesta, solo fue en vano.

"...he escuchado sobre las buenas nuevas, el tiempo ha pasado considerablemente favoreciéndonos a ambos, pero nunca te olvido. Sigues figurando entre mis recuerdos y la necesidad de reencontrarnos se hace cada vez más latente.

Con estima. "

Kim Dohyeon.

Sus palabras me generaron mucha emoción, no solo notaba el cambió en sus letras o su forma de dirigirse, sino que lo veía en esa foto que adjuntó con la respectiva carta. Estaba sentado al lado de una mujer y cada uno sosteniendo a un pequeño, dos niños de al menos unos ocho años con los rostros más traviesos y encantadores, uno de ellos parecía ser más alegre y extrovertido que el otro.

WHERE THE SHADOW ENDS | [NAMJIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora