Él

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*Les contaré más acerca de mi operación. Tengo una enfermedad que se llama escoliosis. Probablemente muchos la conozcan o la padezcan ya que es muy común en adolescentes. Es una desviación de la columna... uhm cómo explicarlo... La columna de todos va en una línea recta ¿cierto? O bueno así debería ser, en cambio la mía tiene forma curva, como de una letra C.

El año anterior a mis 14 años de edad me operaron y todo parecía bien; tengo doce clavos en mi columna pero por lo menos estaba derecha ¿no? Tan solo debía esperar otro año para que me dieran el alta completa. Fue un año muy duro ya que soy bailarina en la “école de danse” de la señora Leila Kahlo, creo que es la sobrina tercera de Frida Kahlo o algo así; nunca entendí bien la verdad. El punto es que tuve que dejar de bailar por ese tiempo y no veía la hora de hacerme las radiografías para que me dieran el alta y volver a lo mío.

Pero supongo que Dios, el destino, la suerte o como quieran llamarlo no quería eso para mí porque ahora con ya 15 años mi traumatólogo dijo que las cosas salieron mal, que durante este último tiempo mi columna volvió a tomar forma de C. Ahora debo ser operada nuevamente y no es la mejor noticia que podrían darme.*

Mamá: Ya está hija, pasaste por esto una vez y podrás hacerlo dos.

Jenny: Lo sé pero no es tan fácil como parece. Tendré que esperar otro año y medio para bailar. Tendré que soportar nuevos estudios, radiografías, que me saquen sangre, los dolores luego de la operación, los medicamentos. Básicamente perderé otro año de mi vida.

Mamá: Lo sé, lo sé, pero no podemos hacer nada hija. Sabes que ante cualquier problema estamos tu padre y yo para lo que sea

*Y solo lloré. Sentía una gran angustia en el pecho. De esas que no sabes por qué son exactamente, pero a la vez sabes justo el motivo. De esas angustias que son un cúmulo de problemas. El solo pensar lo de la operación era horrible. Entonces me dejé caer sobre el pasto en el jardín de mi casa. Era de noche y mirar las estrellas me calmaba, o por lo menos me distraía. Estuve un buen rato así, escuchando música desde mi celular, lo cual realmente no ayudaba mucho. Se escuchó el timbre pero no hice caso. De seguro era el vecino que se quedó sin azúcar otra vez, apagué la música y cerré los ojos por un segundo. Entonces escuché una voz que me resultó familiar...*

xXx: Hola, ¿qué haces?

Jenny: ¿Kyle?

*Kyle... él era mi mejor amigo desde pequeños, nuestras mamás se conocieron en la puerta del jardín de infantes en nuestro primer día.*

~Flash Back~

*Yo estaba llorando a cántaros, no quería soltar a mi mamá, no quería dejarla por nada. El jardín de infantes parecía aterrador, con esas puertas enormes, con sus pasillos plagados de niños que no conocía, el pensar en entrar me ponía la piel de gallina.  En ese momento llegó otra señora con un pequeño niño castaño y con ojos de color extraño, eran entre avellana y verde, un verde fuerte y hermoso. Se agachó, le susurró unas palabras al oído y luego se acercaron a nosotras.*

Kyle: ¡Hola! Me llamo Kyle. Yo también soy nuevo aquí, si tienes miedo podemos entrar juntos.

Jenny: No. Vete. – musité secando mis lágrimas

Kyle: Si dejas de llorar te daré una paleta.

Toques de MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora