Pʀɪɴᴄᴇss - Pᴀʀᴛ 2

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Si tan solo pudiera ver el futuro como papá, así quizas hubiera tenído la oportunidad de hacer algo. Me decía una y otra vez que eso no estaba pasando, que aquello era una pesadilla y que prontó despertaría en brazos de mi amado, pero cada mañana al despertar me encontraba con la cruel realidad.

Nadie podía creerlo, los Siete Pecados Capitales habían conspirado para asesinar al Gran Maestro Zaratras, el pequeño Gil sufría ante la ausencia de su padre y el sufrimiento empeoraba cuando se enteró que sus heroés, las figuras que el tanto admiraba habían cometido aquel vil acto.

Todo el mundo comenzó a creer en aquello. Todos menos yo, para mí no tenía sentido que después de cinco años de servicio nos traicionarán así de la nada. No había motivo alguno para que ellos conspiraran, sobre todo mi amado Ban.

"Ban, ahora me es imposible no sufrir por tu ausencia. Extraño verte, escucharte y tocar tu piel. Mi amado bandido espero algún día volverenos a ver, mientras tanto mantenté a salvo."

Pensaba en él día y noche mirando por mi ventana el orizonte. Soñando despierta que él subía por aquella torre para tomarme en brazos y llevarme lejos de aquí.

Sentía que ya nada tenía sentido, pero debía mantenerme fuerta, sobre todo por mis hermanas y padre. Mis pequeñas, ellas no entendían la gravedad de esta situación, por lo que tuve que mantenerlas alejadas de este caos, ellas no debían crecer con la idea de que los Siete Pecados Capitales eran los villanos.

Y en cuanto mi padre, él necesitaba alguien que le ayudará a mantener a nuestro pueblo en calma, después de todo la cosas eran difíciles y el disturbio era cada vez más grande. No sabía si mi padre creía en aquellos rumores, pero de lo que estaba segura es que por ahora el priorizaría el bienestar de nuestro reino y mantener la calma, que en intentar buscar evidencias. Yo no podía ir encontra de eso.

Los meses pasaban tortuosos, sobre todo para mí. Pues pronto me di cuenta de que mi periodo no llegaba. Al principio creí que se trataba al estrés de toda esta situación, pero conforme los días pasaban supe que no era así, realmente estaba embarazada.

Sentí como si todo mi mundo se derrumbara, no era que no ansiará formar una familia con mi amado, pero en estos momentos... simplemente no era lo correcto. Si alguien se enteraba de que estaba embarzada sería juzgada, sobre todo si alguien se enteraba que mi futuro hijo o hija tenía como padre al Pecado de la Avaricia.

"Ban, realmente deseo que estes aquí. Que ambos podamos experimentar este nuevo sentimiento. Verte sonreir con la noticia de que serás padre, sentir tus fuertes brazos roderme para después besarme y decirme que es un sueño hecho realidad. Quiero que la vida deje de ser tortuosa y te permita volver..."

Intente ocultarlo, no quería que nadie se enterará. Por fortuna mi vientre no había crecido tanto en estos cuatro meses, lo que me hacía más fácil mantener mi secreto. Sólo debía lidiar con los mareos, vomitos y antojos, cosa que si fue complicada.

Unos toques se escucharón fuera de mi puerta, alertandome por completo. - Hija, ¿podemos hablar? - Se escuchó la voz de mi padre fuera de mi habitación.

– Dame un segundo. – Pedí mientras acomodaba mi vestido, para poder disimular mi pequeño vientre al igual de que me ponía de pie, ocasionandome un mareo. – Puedes pasar. – Dije manteniendo la compostura. Mi padre abrió la puerta y su mirada se pocisiono en mi. Sonreí y él hizo lo mismo. – Padre. – Y siguiendo los protocólos, hice una reverencia.

– No hacía falta que me recibas con esa formalidad, aquí nadie nos ve. – Reí ante eso y me acerqué para abrazarlo.

– No puedo evitarlo. Dime padre, ¿a qué se debe el motivo de tu visita?

Oɴᴇ﹣sʜᴏᴛs [Bᴀɴ x Rᴇᴀᴅᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora