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Anne

Abrí los ojos despacio mientras intentaba situarme en espacio y tiempo. No estaba en mi habitación y por la poca luz que se colaba por la persiana levemente bajada, pude apreciar que aún no había amanecido. Noté un peso sobre mi cintura, un brazo me cogía con suavidad desde atrás. Obviamente sabía de quién se trataba sin necesidad de girarme. Me acordaba perfectamente y con detalle de todo lo que había hacía apenas unas horas.

Esos besos aun estando en la discoteca, nuestras miradas cómplices con las cuales no nos hicieron falta palabras para saber que ambos queríamos irnos de allí en cuanto antes. Cómo después de coger los abrigos del guardarropa, nada más salir, me besó ahora sí, de manera más pasional, acorralándome contra la pared más cercana; sin vergüenza, sin miedo, y aparentemente, sin nada que perder.

Los cuatro pisos que tuvimos que subir por las escaleras, ya que el edificio donde el chico vivía no tenía ascensor, y las ansias que teníamos por volver a besarnos, ya que, éramos incapaces de parar una vez habiéndolo probado. La gran dificultad que fue conseguir introducir la llave en la cerradura de la puerta, ya que nada más pisar el rellano, nuestras bocas se habían vuelto a unir iniciando una guerra difícil de frenar. Nada más llegar a su habitación nos quedamos quietos. Unas miradas algo difíciles de descifrar penetraban los ojos del otro. Y así estuvimos un para de minutos que se hicieron eternos, en silencio, con los labios levemente hinchados y las mejillas sonrojadas, hasta que volví a acortar esa distancia entre nosotros hundiendo mis dedos en su pelo dirigiéndonos a ambos hacia la cama situada a mi derecha. Es justo después de eso cuando dejé de llevar yo el control de la situación cuando Gèrard posó sus labios en mi cuello, dedicando toda su atención en él, haciendo que me derritiera por completo. Había descubierto cual era mi punto débil.

Tal vez nos invadieron las ganas y la pasión. Un mar de caricias recorriéndonos el uno al otro acompañadas de besos y algún que otro mordisco. Nos despojamos de nuestras prendas, de nuestros miedos, de nuestros complejos y de esas ganas que nos teníamos el uno al otro. Nada más importaba. Sólo nosotros, siendo uno.

Me sentía cómo en una especie de nube, pero, ¿qué se supone que debía hacer ahora? Todo lo que me rondaba la cabeza me llevaba a la conclusión de que esto había sido un error y que él estaría arrepentido, por qué, ¿cómo no iba a estarlo? Todo eran dudas e inseguridades, la primera opción que tenía era coger mis cosas e irme, y hacer como que nada había pasado, por mucho que no quisiera. Aunque, por otro lado, una parte de mi decía que debía quedarme y luego pues ya se vería que pasaba. Era una persona muy importante para mí y aun no teniendo claro mis sentimientos y mucho menos los suyos, no podía hacerle eso e irme como si nada. Así que me acurruqué un poco más a él, aprovechando ese momento y volví a cerrar los ojos. Lo hacemos y ya vemos, ¿no? − Recordé esa frase de la película que había visto hacía poco, La Llamada, y decidí ponerla en práctica.


Gèrard

Me desperté con un peso sobre mi pecho y al percatarme de quién era sonreí. La cabeza de Anne descansaba plácidamente sobre mí, y nuestras piernas se encontraban entrelazadas. No quise moverme mucho para no despertarla, pero la necesidad que tenía de ir al baño era mayor. Después fui a la cocina a por un vaso de agua y un Paracetamol, qué mal me sienta beber. Cuando volví a la habitación aprecié como Anne había cambiado su posición encontrándose ahora boca abajo y mostrando gran parte de su espalda desnuda mientras los leves rayos de luz se posaban en ella formando una imagen estéticamente preciosa.

No quería parecer raro ni mucho menos un psicópata al observarla tanto mientras dormía, pero me vi con la necesidad de dibujarla, qué mejor que retratar aquella imagen captándola con uno de mis dibujos. Cuando empecé a hacer los trazos iniciales del dibujo me puse a recordar con detenimiento todo lo que había pasado. Muy a mi pesar y por mucho que me lo hubiera prohibido mentalmente a mi mismo, me había enamorado de una chica de Barcelona a la cual hacía relativamente poco tiempo que la conocía. Después de muchas conversaciones y muchos momentos de tensión donde lo único que querría haber hecho era besarla, anoche fue ella quien me besó a mí. Seguía sin asimilar demasiado todo. No sé cómo terminamos en mi casa, ni sé cómo me dejé llevar de esa manera sin pensar tanto en las cosas y sin querer tenerlo todo bajo control. Simplemente hice lo que sentía y quería, y no me arrepentía para nada.

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⏰ Última actualización: May 26, 2020 ⏰

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Serendipia [geranne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora