O2; Comienzos.

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Un ligero y casi imperceptible jadeo se escucho en aquella habitación

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Un ligero y casi imperceptible jadeo se escucho en aquella habitación. Las grandes manos de un rubio recorrían el cuello y pecho de su pareja pelinaranja, sus labios unidos en un peligroso compás demostraban el cariño que ambos sentían, de las ansias por hacer sentir bien al otro, mientras que sus intimidades rosaban en un frenético movimiento en busca de aquél placer mañanero que el dúo se tomaba para comenzar con energías durante el día.

— Mgf, Tsumu —dijo entre los labios de su novio, mientras enredaba mucho más sus envidiables piernas en el torso de su pareja, dandole paso libre de que hiciera lo que se le plazca con él.

— Shōyo —dijo con voz ronca, resultado de tener a su chico en ese estado, completamente solo para él, nadie más tenía el derecho a verle de esa manera.


El rubio cortó sus tortuosos movimientos, recibiendo una queja del pelinaranja, sonrió lascivo, ambos querían hacerlo a plena luz de la mañana. No le importaba el día, ni la hora, mientras tuviesen tiempo se entregarían su merecido amor entre ambos, así era desde que llevaban seis meses de ser novios oficiales.

Las grandes manos del más alto retiraron los bóxers del más bajo, dejándole solo con una de sus camisetas que su pequeño cuervito le había robado por la noche, con la excusa de que eran más comodas para dormir.

No era que vivieran juntos, Shōyo vivía solo en su departamento desde que llegó de Brasil, mientras que el aún se encontraba viviendo en el departamento que habían comprado con su gemelo, Osamu.

Pero siempre llegaban a acabar en el edificio en donde se encontraba instalada la carnada estrella de los chacales. Pero no era como si fuera un problema, el departamento del pelinaranja era espacioso, tenía dos habitaciones, pero siempre iban a preferir dormir juntos y acurrucados el uno al otro.

Atsumu levanto tres de sus dedos para acercarlos a los delgados pero carnosos labios de su chico, este último entendiendo se dejó hacer mientras el otro adentraba sus extremidades, sintiéndose cada vez más deseoso por poseer a su novio.

La calida lengua del pelinaranja acariciaba con total descaro los dedos de su Tsumu.

— ¿Como puedes verte tan inocente mi amor? No lo eres para nada bebé —dijo burlón mientras sentía como su hombría apretaba más entre sus boxers, con solo ver la cara roja de su chico y con los ojos lagrimosos sabía que era su fin.

El pelinaranja en vez de responder, succiono con más fuerza los dedos del otro, simulando que era aquello.

— No debiste hacer eso -le sonrió coqueto, retirando sus dedos de esa apetecible boca.

𝐍𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐂𝐡𝐚𝐜𝐚𝐥 •°•𝒜𝓉𝓈𝓊𝒽𝒾𝓃𝒶•°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora