Unas luces me despiertan. Parpadeo varias veces y trato de acostumbrarme a la claridad. Escucho voces de lo que parece ser una mujer y un pitido intermitente. Me observo y me doy cuenta de que estoy tirado en una cama diferente a la que estoy acostumbrado. Esta es más pequeña.
Respiro con normalidad y al mover el brazo siento un dolor punzante. Observo un moratón lo suficientemente grande como para asustarse. Tengo una pinza extraña en mi dedo índice comunicada a un tubo raro que acaba en un aparato. Cierro los ojos.
Logro tocarme la cara y noto como tengo una cánula binasal. ¿Qué ha pasado? Una silueta se acerca a mi. Poco a poco consigo distinguirla.
Sonrío inconscientemente.
-Rebeca- susurro con los ojos entreabiertos.
-Si no hubieras estado a punto de morirte hace unas horas, te habría pegado un bofetón- esa voz no es de ella. Abro bruscamente los ojos y me encuentro a la pelirroja atlética delante de mi.
-Ah no, ya lo he entendido- me quito la cánula de la cara - Estoy en el infierno ¿Verdad? ¿Tan mal hombre he sido para merecer esto?- esta vez me quito el pulsioxímetro del dedo índice.
-Ja, ja- ríe secamente- muy gracioso
Trato de levantarme despacio pero Amanda me lo impide.
-No lo hagas- me mira y me ayuda a volver a acostarme - Keyncito vendrá ahora mismo a hacerte unas pruebas
-Pareces una niña pequeña- ella rueda los ojos y se sienta en la silla contigua a la camilla.
Tras varios minutos de silencio la pelirroja rompe el silencio.
-Tu madre solía estar sentada así como yo- la miro sorprendido de que saque el tema. Creí que no volveríamos a hacerlo. -La recuerdo perfectamente Dam
Vuelvo a mirar al frente y trago saliva.
-Creí que no, eras muy pequeña
-Los dos éramos pequeños
-Qué tiempos aquellos- ella me mira apenada -Lástima- parpadeo varias veces y sonrío -¿Cuánto más va a tardar Keyn?
Inmediatamente, como si lo hubiera invocado aparece por la puerta de la habitación. Va vestido con jeans marrones y una camisa blanca junto a su inseparable maletín que ya empiezo a tener mis dudas de si no está implantado en su mano derecha.
-¿Cómo te encuentras Damon?- el doctor abre su maletín y saca unos papeles en blanco junto a su bolígrafo.
-Mejor que nunca Keyncito- imito la voz de Amanda lo que provoca que esta me fulmine con la mirada.
-Vamos a comprobarlo- sonríe - Ya conoces el protocolo así que levántate despa...
Me levanto de un salto y comienzo a decirle la fecha de hoy, la estación en la que estamos, el lugar y mi nombre y apellidos rápidamente. Le identifico los colores que veo en la sala incluido el de sus jeans. A continuación comienzo a andar en línea recta, cierro los ojos y me toco la nariz con el dedo índice, le cojo prestado el bolígrafo y el papel en blanco y le dibujo triángulos, círculos y cuadrados y por último le saco la lengua. Me siento y espero a que me de un golpe en la rodilla con su martillito.
-Sí, estas perfectamente bien- dice tras haber comprobado mis reflejos.
-Te lo he dicho, ya va siendo hora de que salga por ahí- Amanda se toca la cara como si fuera obvio que no puedo hacerlo y estuviera preguntando alguna tontería.
-Supongo pero hay que tener cuidado, te da una convulsión en otro lugar que no sea aquí y puedes morirte Damon- parece preocupado. Estoy acostumbrado a sus discursos. Ahora aludirá a que es mi responsable, como si fuera menor de edad.
ESTÁS LEYENDO
𝓟𝓻𝓸𝓶𝓮𝓽𝓸 𝓬𝓾𝓲𝓭𝓪𝓻𝓽𝓮 𝓼𝓲𝓮𝓶𝓹𝓻𝓮
RandomDamon Pasquerelli es un joven apasionado por la vida. Sus amigos actuales, estudios y relaciones son las que todo el mundo desearía tener. A pesar de una catástrofe horrible, una infancia brutal y un recuerdo que lo persigue allá a donde va, se ha...