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C A P I T U L O      6

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Mi cuerpo se movía con un toque de sensualidad al ritmo de la música. A lo lejos, el chico camaleón me observaba pensativo mientras bebía de su vaso. Ignorándolo, cerré mis ojos y me dejé llevar por mis tendencias atrevidas en el baile. Mi espalda chocó con una persona, luego sentí unas manos acariciar mis brazos. Por el suave perfume me di cuenta de que no era Oliver. Volteé y hallé a un muchacho alto sin máscara con una sonrisa babosa pegada a su rostro.

—¿Un trago? —invitó, extendiendo un vaso largo de un líquido rosado.

—No, gracias. Me enseñaron a no beber de vasos ajenos.

—¿Aún si viene de un tipo apuesto como yo? —Era bastante engreído o solo fue gracioso para romper el tempano de hielo que construí en su cara.

—Aun así.

—Me llamo Lucas. —Se presentó con amabilidad.

—No me interesa.

—No está de más presentarse ante una bella dama. —Sonrió—. ¿Puedo bailar contigo? —Empezó a moverse sin esperar una respuesta de mi parte. Engreído, intento de gracioso, atrevido y extrovertido. En un solo minuto había obtenido varias cualidades.

Le di una oportunidad.

—Nada de tocar ni de acercarte si no te lo permito.

—Esta música es para bailar pegados —intentó convencerme.

—Ah, ¿sí? Me importa poco. Yo no bailo así.

—Uh... —ronroneó—. Me gustan las chicas con actitud.

—No me interesa.

—¿Podemos hablar? —El chico camaleón se interpuso entre nosotros. Tenía el entrecejo fruncido y una mirada bastante dura con esos ojos rojos. Estaba con los brazos cruzados.

—Estoy en medio de un baile.

—¿Por favor? —suplicó.

—Estás borracho. Vas a decir cosas incoherentes como hace un rato —comenté sin dejar de moverme.

—Luz, es importante.

—Amigo, la chica ya te rechazó. Largo. —Lucas empujó a Oliver y este se tensó peor.

—¿Y este qué? —Le empujó también, pero más rudo.

—¡Ey, ey, ey! ¡Nada de violencia aquí o hago que se laman el culo! —grité insertándome entre ambos.

—Vámonos —ordenó Oliver y me tomó de la mano—. Quiero hablar contigo.

—¿Eres sordo? La dama te dijo que no. —Volvió a hablar Lucas quitando mi mano del agarre de Oliver.

¿En qué momento me volví un objeto para esos cavernícolas? Yo tenía mi propia voz para reclamar lo que quisiera. Me puse firme y observé a ambos repartiendo golpes con mis ojos. Estuve a nada de gritar barbaridades; sin embargo, Oliver estaba más pendiente de Lucas.

—Te vuelves a meter en mi conversación con mi novia y esto se pondrá bastante feo.

—¡¿Tu qué?! —exclamé.

—Es mi novia y necesito hablar con ella —recalcó—. ¿Te importa dejarla en paz?

—¿Dejarla en paz? Estábamos muy a gusto antes de que llegaras. —Lucas carcajeó y eso irritó más al chico camaleón.

El chico camaleónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora