Capitulo 11.

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Youngjae.

No me separé ni un segundo de Jaebeom.

O al menos, no quería hacerlo. Mientras él estaba caminando adelante mío charlando con Jackson, yo estaba caminando detrás de ellos mientras lo observaba.

No me cansaba de observar a Jaebeom. Era como observar algo que quieres descubrir pero a la vez, tienes miedo. Miedo de descubrir algo que quizás no te haga feliz, o quizás sí. Pero quizás ese era el problema: ¿cómo saber si te va a hacer feliz o no? Y es ahí cuando te la juegas. Es ahí cuando sientes la otra mitad ya completa, contigo. Y ahí es cuando pasa algo. Y es ahí cuando pierdes una parte de ti mismo.

No entendía en que momento llegué a sentir la necesidad de estar con él a cada rato. Porque era así: lo necesitaba. Maldita sea, necesitaba algo de él pero no sabía que.

Pero no podía decirle "te necesito, Jaebeom", no podía. No me salía. Siempre había sido reservado, siempre había intentado resolver las cosas por mí mismo, y no podía decirle a la única persona que sabes que podrías perder tan solo en cuestión de segundos que lo necesitas.

¿Qué pasaría si yo le dijera eso a Jaebeom y él, asustado, se empezaría a alejar?

¿Qué pasaría si después de todo lo que he vivido con Jaebeom, él decide dejar de hablarme?

¿Y si volviera a Mokpo después de este mes para aclarar mis pensamientos? Porque sabían que esto no duraría un día y ya. Sino que duraría toda la vida.

Lo sabía, iba a durar toda mi vida. Tanto si pasaba como si no. Porque, tenía miedo de una pregunta, de preguntarme en algún futuro esto: "¿Y si me arrepiento de haber estado con mi mejor amigo?". ¿Y que podía contestar? Si en realidad no estábamos juntos, yo no podía estar con él. No eramos gay, ninguno de los dos.

Pero nos habíamos besado...

¿Y acaso no sé puede besar a un chico, a tu mejor amigo de toda la vida, sin ser gay?

-Jae -la voz de mi mejor amigo resonó en mis oídos, sacándome de mis pensamientos. Jackson y Jaebeom me estaban mirando con el ceño entrecerrado y con cara de preocupación.

-¿Si? -mi tono sonó medio forzado, carraspee-. ¿Qué pasa?

-No has hablado en todo el camino -dijo Jackson.

Me encogí de hombros y los mire, luego mire el paisaje que había ignorado en el camino. La isla era realmente hermosa. El cielo bien celeste hacía juego con el mar infinito que se veía, la arena en mis pies se metía en mis zapatillas.

-No tenía ganas de hablar -contesté mientras giraba para volver a las cabañas.

Un segundo después, tenía a Jaebeom a mi lado. Me alegro saber que volvía conmigo, pero me pareció raro no ver a Jackson a su lado o en el mío. Pero luego gire un poco la cabeza para encontrarlo yendo al mar.

-OtterJae, ¿estás bien?

La voz de Jaebeom siempre me hacía sentir un golpe en el estomago. Quizás por lo familiar que ya me era.

-Ya sabes que no me gusta que me digas OtterJae.

Jaebeom sonrió.

-Pues, yo te diré OtterJae porque quiero y puedo, OtterJae.

Reí. Amaba bromear así con él, siendo nosotros mismos, como la primera vez que nos conocimos; simplemente él y yo bromeando. Terminamos teniendo nuestras propias bromas secretas. Cosas que solo Jaebeom sabía.

Llegamos a nuestra cabaña, no habíamos entrado aún.

Cuando Jaebeom giro el pomo de la puerta, lo sentí muy familiar todo, como si repitieran las cosas.

-Se parece a cuando nos mudamos juntos -dije mientras veía como abría la puerta-, ya sabes, volver a descubrir el lugar dónde dormiremos de nuevo...

Jaebeom me sonrió, sus dientes blancos perfectos. Su sonrisa que hacía capaz de parar el mundo de todos, estaba seguro. Esa sonrisa te animaba hasta en los días negros, a mi me animaba.

Mientras Jaebeom iba a recorrer los cuartos y a elegir el suyo, yo me fui a investigar la sala y la cocina, ya me había entrado mucha hambre.

-¡Youngjae! -escuché a Jaebeom llamarme.

No dude en ir hasta él. Tuve que pasar un pasillo hasta llegar a dónde estaba mi mejor amigo parado, mirando fijamente una habitación color crema, dónde había una cama grande en el medio, un televisor en frente de la cama, dos armarios y dos mesas de luz, además de la grande ventana dónde dejaba ver la vista del mar.

-¿Quieres que este sea tu cuarto? -dije-. Bueno...

-Youngjae, no hay otro cuarto...

Llevaba más de una hora ordenando las cosas en el cuarto, en nuestro cuarto. ¡Nuestro!

¡Maldita sea! ¡¿qué mala broma es esta?!

Pero lo decidimos, íbamos a dormir en el mismo cuarto, en la misma cama, pero era grande, muy grande. No había necesidad de tocarnos, no la había...

Cuando por fin termine, me acosté al lado de Jaebeom, que estábamos a medio metro de distancia, viendo la televisión del cuarto.

No dejaba de pensar en el beso que le había dado. Y ahora teniéndolo cerca de mí, era peor. Aunque quería dejar de pensar en eso, no podía.

Y lo peor, es que sabes que cuando das un beso, siempre quieres otro. Y más con la última persona a la que se lo diste.

En este momento, deseaba besar a Jaebeom.

¿En qué me estaba equivocando?

-Buenas noches -le murmuré a Jaebeom cuando ya eran las dos de la mañana.

-Hasta mañana, Jae.

Simplemente lo único que hice fue ponerme de costado, dormir y soñar con mi mejor amigo

wonderland [2jae] × libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora