¡Necesito un respiro! (2/2)

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Narra _____:

La persona que me miraba a través del espejo era desconocida para mí, no reflejaba lo que antes solía ver, sus ojos eran fríos y sin sentimiento, oscuros y solitarios, reflejando un alma en pena que añoraba volver a un pasado que ahora parecía distante, a pesar, de que era más próximo de lo que mi mente pintaba.

Mis ojos azules eran resaltados por una capa larga de pestañas, y el color ligero de un marrón en el párpado, mis labios color carmín los recubría una fina capa de brillo. El recogido que lucía mi cabellera tenía ciertos mechones sobresaliendo y enmarcando mi rostro de un claro color coral. miré el atuendo que tenía puesto, un abrigo sobre un vestido, demasiado llamativo y exagerado para mi gusto, pero debía portarlo... si iba a ser la esposa del hijo de un duque debía lucir con riqueza y porte.

Mordí mi labio inferior para evitar llorar, iba a casarme en unos meses con un niño consentido al que no amaba, y al que recién había conocido. Me enteré que la idea del casamiento fue expuesta por ese... insensible, y la extorsión que esto provocaba me había obligado a aceptar...

La semana después de su propuesta le escribí una carta a mi verdadero amado... sin embargo, no tuve la fuerza ni el coraje para decirle la desgarradora noticia, lo conozco, sería capaz de enfrentar a Evan con tal de conseguir evitar el casamiento. No quiero que se entrometan más seres queridos en este tema, solo le estaría dando a esa gente más poder del que ya tienen.

Tomé el pañuelo que se encontraba en la mesa junto a mi cama y sequé las lágrimas retenidas en mis ojos. Suspiré una última vez, dándome el coraje para seguir con la farsa.

- Toc Toc... - habló mi adorado hermano asomando su cabeza por la puerta - la carroza nos espera pequeña...

Volteé a mirarlo, desde que todo esto sucedió lo he notado más cansado, su cara no mostraba el mismo brillo atrayente que antes, se desvelaba constantemente escribiendo cartas a su amada destinataria, sin embargo, estos poemas jamás verían la luz del día.

Asentí con energías renovadas, debía ser fuerte por mi familia, si no era yo, nadie más lo sería.

Salí de la habitación siendo seguida por Dylan y la pequeña Hanae, fuera de la residencia nos esperaba un coche de último modelo color negro, subimos a los asientos traseros, y el auto comenzó su viaje a la mansión Percy.

- ¡_____ hermosa! - me animó la pequeña rubia sonriendo dulcemente, acariciaba mi antebrazo con sus pequeñas manitos y miraba hipnotizada el brillante tul del vestido. Noté una dulce mirada por parte de Dylan, yo sonreí con sinceridad. Esa pequeña era nuestro rayo de luz en la oscuridad, ella y su inocencia.

- ¿Sabes quien más está hermosa? - preguntó Dylan poniendo a la pequeña en sus piernas y sonriéndole de la única forma que sabe hacerlo, con amor.

- ¡Yo! - gritó la niña con emoción, le gustaba que su hermano mayor la tratara como una princesa, algo en lo que Dylan destacaba. Los tres reímos ante la alegre expresión de la menor.

El resto del camino la pequeña habló de lo mucho que extrañaba a su unicornio de juguete, y de lo mucho que adoraba el vestido que traía puesto, nos contó muchas historias acerca de los libros que solía tratar de leer y de los hermosos colores que llenaban el paisaje que pasábamos en la carretera.

Mi hermano y yo la escuchábamos con atención e interés, la voz y aura que la pequeña desprendía era un calmante a mis pensamientos, y no me sorprendería si para Dylan era el mismo caso.

- Chicos, ya hemos llegado - habló el señor Henry estacionando el vehículo con extremo cuidado. Aún era nuevo en esto de los automóviles. Miró por sobre el asiento observando el rostro de mi hermano y el mío - Sé que este trato no ha sido de su agrado en lo absoluto... pero puedo asegurarles que los Percy no son tan malos como ustedes creen, solo denles una oportunidad para conocerlos mejor...

Las Crónicas de Narnia: La Travesía del Viajero del Alba ~ Edmund y tú ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora