¿Necesitas repasar otra vez el plan?
No, estoy lista, puedo hacerlo. —Contesté para mis adentros.
Bien, espero que esta vez no la eches a perder, realmente es tu última y única oportunidad.
Vamos allá.
Era el día esperado, el día en que me proclamaría libre, hoy damas y caballeros, iba a escapar luego de esa estúpida reunión sin que se den cuenta, ¿cómo? Pues muy fácil, cuando terminen seguro que estarán todos llenos de comida en su panza de ricos, que hará que estén tan cansados que sólo piensen en irse a su hogar, y ahí es cuando yo les despistaré y saldré corriendo al bosque, perdiéndome en todos esos arbustos hasta que se olviden completamente de mí. Fácil, ¿a que sí?
Espero que funcione y no vayamos tantas personas, sino, esto sería complicado; MUY complicado.
Terminé en ese momento de cepillar mi cabello, ya en muy buen estado en comparación de hace ya dos lunas llenas, puesto que aquí en el castillo me han dado un buen cuidado. Me han dado todo lo necesario y más para que me vea bien, sobre todo en cuestión de salud puesto que trabajaba de cara a la realeza, qué menos. Ya no tenía rastros de tierra o de barro por mi piel clara, ya no olía a campo ni a pescado, tampoco tenía tanta ropa o atención médica, no tenía tratamientos para poder embellecer mi rostro puesto que ahora, al verme al espejo veo a otra persona, alguien que hasta pareció criada en este entorno; ropa limpia y nueva, piel aseada e hidratada, pelo perfectamente limpio y ordenado, viendose el verdadero color de mi cabello el cuál nunca llegué a saber por la suciedad, aquella larga melena castaña que llegaba hasta por mi cintura, y mis ojos, de un color bastante similar al ya nombrado, realmente era otra persona. Si la gente de palacio son capaces de hacerme cambiar por fuera, ¿también me harían cambiar por dentro? ¿mi alma y esencia?
Suspiré mirándome delante de aquel espejo y le sonreí a medias ante ese reflejo; El castillo me ha dado todo lo que no tuve antes, como por ejemplo, la comida, aquí la comida iba y venía sin importar cuánta gente comiera puesto que las sobras siempre iban o a los sirvientes o a los caballos. Aquí he aprendido muchísimas cosas, como a leer, ya sé leer unas cuantas líneas pero aún me cuesta muchísimo, supongo que cuando eres más pequeño las aprendes con más facilidad, incluso he podido aprender sobre algunas cosas y materiales que en casa desconocía, no habían espejos, bañeras, libros...
Aquel día después de que el príncipe Acacio me hubiera dicho sobre tal reunión había pensado mucho sobre la huida puesto que; sí, odiaba profundamente a esta gente, me quitaron lo que era mío y me pusieron en su terreno pero, nadie me ha tratado mal aquí a parte que de el detestable de Ciro, es decir, me cuidan y me mantienen con vida, tal vez podría...
NO.
¿Vivir con gente que apenas conoces y que masacraron a toda tu familia? ¿Esa gente que sólo te cobra con comida y médicos a cambio de un servicio completo? ¿Así para toda la vida? ¿Estar a la sombra de alguien? No, definitivamente no.
Libertad, ahí te voy.
Una vez lista, cogí todo lo necesario del cuarto sin que se notase lo más mínimo, tapando cualquier cosa con una blusa para el frío, la cuál había perchado sobre mi antebrazo para llevarlo. Salí de aquel cuarto con confianza, caminando directa hacia los aposentos del señor Acacio, sin nervios aparentes, tenía la confianza de que todo saldría bien y que, él no se preocuparía lo más mínimo puesto que para él soy el menor de sus problemas como él de los míos, insignificante. Toqué la puerta y esperé a que pudiera salir ya preparado, lo cuál sólo tardó unos escasos segundos cuando abrió la puerta y salió con una pequeña sonrisa mientras me miraba y cerraba con llave sus aposentos.
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Edevane
Historical FictionAño 1246 d. C. 𝐸𝑙 𝑅𝑒𝑖𝑛𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝐺𝑒𝑚𝑎𝑠, gobernado por un rey benévolo e inteligente, quien dió semejante nombramiento a su reino en honor a lo valiosa que fue su conquista, entre ellas su más noble y carismática esposa. La reina dió a...