1. La llegada

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Capítulo 1.

La graduación.

Todo comenzó con la graduación.

Si, normalmente todos los tormentos y problemas adolescentes terminan el día de la graduación. Pero ese no fue mi caso, en realidad, mi mayor y más grande temor se hizo realidad en el momento que me dieron mi diploma. Todos mis amigos gritaban eufóricos repitiendo lo emocionados que estaban por ir a la universidad, pero yo, simplemente quería desaparecer y dejar todo atrás.

Para hacerles más clara mi desesperación, quiero contarles mi historia. Mi padre y yo hemos vivido en Nueva Orleans desde que tengo memoria, hemos creado nuestra vida aquí, a pesar de que papá es de Italia el considera a Nueva Orleans un segundo hogar y una persona en especial tiene mucho que ver con esto: Mamá ¿Por qué? Bueno, papá vino a América a estudiar y fue ahí cuando conoció a mi madre. Y así comenzó su historia.

Papá se casó con mamá después de tantos años de novios, decidieron vivir en Nueva Orleans, lugar de donde era mamá y al poco tiempo, nací yo: Lía Coppola. Todo en mi vida era color de rosas, mis padres derrochaban amor, todos los días era diversión y alegría en mi vida. Pero cuando cumplí los 8 años, ocurrió lo peor: Mamá enfermó, y mi vida se derrumbó ¿Por qué? Había perdido a mi mejor amiga y había firmado mi destino sin saberlo.

¿Cómo es posible que una niña de 8 años haya firmado su destino sin saberlo? Pues, la razón es que días antes de que mamá falleciera tuve una charla con ella, una charla en la cual le prometí que cuando fuera el momento iría a la universidad a la cual ella fue: Brown.

La Universidad de Brown. Es la universidad en donde mis padres se conocieron, y según mi madre, donde pasó los mejores años de su vida. Pero yo no sabía que la universidad se encuentra en Providence, a 2397 km de mi hogar.

A pesar de que tuve la oportunidad para simplemente poder elegir la universidad que yo hubiera querido, no pude hacerlo ¿Por qué? Porque sé que a mamá le hubiera gustado verme estudiando en su alma mater. Se que ella me estará viendo en ese momento, y quiero hacerla sentir orgullosa.

«Le hice una promesa y no pienso romperla»

(. . .)

Beethoven suena por todo el recibidor de la casa de los abuelos, mientras dejó las maletas en la entrada y terminó de quitarme mi sudadera. Acabo de llegar de un vuelo de 17 horas, y estoy exhausta; creo que eso es normal, luego de haber cruzado el océano atlántico. Según mi padre, los vuelos siempre le resultan muy relajantes, pero yo no pude relajarme, sentía que en cualquier momento el avión caería en picada.

Estiro mis brazos, relajando mis músculos. El abuelo me imita a mi lado; a pesar de que el no voló, sí condujo durante 3 horas y me esperó durante otras dos en esos incómodos asientos. Pero las risas no faltaron durante esas 3 horas de camino.

Ambos nos adentramos a la cocina con la intención de encontrar a la abuela, es la única que no sabe de mi visita sorpresa a Florencia, todo fue un plan creado con ayuda del abuelo y papá. La abuela había estado diciendo lo triste que estaba de que ya no pasaría bastante tiempo con ellos en las distintas vacaciones a lo largo del año; solamente los vería en Navidad y Año Nuevo, y eso no es nada.

Sin embargo, cuando entramos a la cocina no había rastro alguno de la abuela. Lo cual es extraño, ya que la abuela se pasa la mitad de su tiempo libre en la cocina, y no puedo culparla, su cocina es tan hermosa que te provoca unas fuertes ganas de ponerte a cocinar. Por no mencionar que la abuela es una excelente cocinera.

Pero al parecer el abuelo no parece extrañado, y comienza a caminar tranquilamente hacía una ventana sobre el fregadero. La abuela está en el patio, caminando entre sus árboles frutales.

93 days of souvenir. (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora