4. De balcón a balcón

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Capítulo 4.

Elio simplemente esta ahí frente a mí, con su torso descubierto bajo la luz del sol, con la vista fija en su libro mientras desayuna en la pequeña mesa que decora su balcón. Luce como todo un modelo.

El se ve tan tranquilo sin tener la menor idea de que esta siendo espiado. Es la primera vez que hago algo como esto, me siento extraña y en cierto punto, me incomoda la extraña actitud que estoy tomando.

La puerta del cuarto se cierra, logrando que pegue un brinco y me apresure a cerrar las puertas del balcón. Me giro y la abuela me está observando extrañada.

—Abuela. Me asustaste — acuso sosteniendo mi pecho. Ella no dice nada, solo me observa en silencio con una sonrisa en el rostro.

Pasan unos segundos hasta que ella se comienza a acercar a mí —¿Qué estabas haciendo Lía?

La miro extrañada —No estaba haciendo nada. Acababa de salir del baño.

—De acuerdo — me da la espalda y empieza a abrir las puertas del balcón de par en par. Oh no, de ninguna forma.

—¡Espera! — me atravieso entre la puerta y ella.

La abuela arquea las cejas en mi dirección.

—Lía. Voy a dejar tu desayuno en el balcón.

«No. En el balcón no»

—Podría desayunar en la cocina contigo y con el abuelo.

—No digas tonterías querida. Es un hermoso día como para que lo desaproveches en una fea cocina — la abuela me quito del camino y dejo el desayuno en la mesita, justo al lado del caballete —Además el abuelo y yo tenemos que ir a comprar cosas para la comida.

La abuela continúo acomodando el desayuno en la mesita. Yo me quedo ahí parada viéndola como idiota. Rezando para que Elio ya para estos momentos no se encuentre en su balcón.

Termina de acomodar todo y se queda observando la pintura que deje en el caballete anoche. No dice nada, simplemente observa.

—Podrías aprovechar este tiempo a solas para terminar tu pintura — su voz tiene un tono burlón.

Me siento en la silla frente a la mesa, manteniendo la vista en cualquier cosa que no sea el balcón de enfrente. Sus ojos se posan en mí mientras una risa se le escapa.

—Es gracioso verte espiar al chico de enfrente — susurró después de besar mi cabello.

Levanto la mirada rápidamente, girándome para aclarar las cosas. Pero es demasiado tarde, la abuela ya salió de mi habitación.

«Dios. Qué vergüenza»

Apreté los labios impidiéndome soltar una maldición. Mi vista fue directamente al desayuno que dejo lo abuela hace unos minutos: Fruta picada, té, pan y un poco de mantequilla para untarla en el pan. Todo un festín.

Mi estomago gruño. Haciendo uso de todas mis fuerzas, me mentalice para ignorar la presencia de Elio. Imaginar que el no se encuentra al otro lado de la calle.

Me coloque los audífonos mientras servía el té en una pequeña taza de porcelana. No aparte la vista de la pintura mientras le daba pequeños sorbos al té, analizándola detenidamente en busca de algo faltante o de algún arreglo que pudiera hacerle. Aunque de a momentos por el rabillo del ojo observaba a Elio con la vista fija en su libro. Así estuve hasta que me acabé la fruta picada; pero mientras untaba mantequilla en mi pan, vi movimiento.

El cuchillo lleno de mantequilla se me resbalo de las manos. Elio me miraba recargado desde su balcón sosteniendo aun su libro. Sin nada de disimulo, tenia la mirada fija sobre mí, analizando mis movimientos.

93 days of souvenir. (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora