Ambos quedaron en silencio durante un buen momento, Lucifer aún no lograba asimilar lo que estaba pasando: Una mortal, una SIMPLE MORTAL acababa de aparecer en su hora sagrada de baño, y no solo eso, sino que estaba tocando al amigo salvaje, que debería ser nombrado patrimonio del infierno.
– Vaya, al parecer ese portal de internet no mentía– fue todo lo que atinó a decir esa humana, sin darse cuenta de lo que tenía en la mano.
– ¡KYAAAAAAAAAAAAAAA!– lo siguiente fue un grito ensordecedor por parte del señor del infierno, pero no precisamente sonaba como uno.
– Oye oye, esa no debería ser la reacción de un demonio– dijo la recién llegada tapándose los oídos– así suenan las chicas cuando las descubren desnudas en la bañera.
Después de analizarlo un rato, la humana se dio cuenta de algo: Su mano estaba tocando algo duro. Extrañada, agarró la "cosa" esa y de un tirón la sacó del agua.
Si el anterior grito de Lucifer fue de sorpresa, este fue uno de dolor, peor que el de Judas en el noveno círculo. Él había olvidado lo que era el sufrimiento, hace 10000 que no experimentaba esa sensación y creyó que nunca más lo haría. Nuestro querido diablo no podía estar más equivocado.– Ah, supongo que los demonios también tienen esas necesidades– suspiró, dejando en su lugar lo que había jalado con tanta fuerza.
Lucifer no podía más, el estresante día que tuvo sumado a la sorpresiva llegada de una rara homínida, era suficiente motivo para que se le nublara la vista y termine por descompensarse.
– Creo que todas esas historias que cuentan sobre los demonios no son más que mitos, me siento estafada– sentenció la mortal, indignada por la situación.
Después de aproximadamente 2 horas del repentino desmayo de Lucifer, este despierta pensando que todo fue un sueño, pero cuando ve a la chica sentada, observándolo con ojos somnolientos, sus esperanzas se esfuman. Ya no estaba en la bañera, lo que le hacía suponer que ella lo jaló al piso.
Lucifer se levanta de golpe y nota que aún seguía desnudo, por lo que se tapa con una toalla tímidamente lo que antes jalaba con frenesí.
– Antes que nada ¿Quién demonios eres y cómo llegaste hasta aquí?– terminó por decir, aceptando la dura realidad.
– Oh, supongo que olvidé presentarme. Mi nombre es Annie Monett y sobre cómo llegué hasta aquí, solo vi un ritual en internet que decía cómo invocar un demonio. Lo que no esperaba es que yo fuera transportada a este mundo, algo sorprendente la verdad– todo lo dijo en un tono indiferente, dando a entender que no estaba para nada asustada de tener al mismo Satán frente suyo.
– Sí, sé que hiciste el ritual ¿Pero cómo demonios una niña logró venir hasta aquí?– Lucifer se cubrió la cara con una mano, la migraña había vuelto a aparecer.
– Qué grosero es usted, señor demonio. Tengo 20 años, y la verdad yo solo seguí los pasos que indicaba esa extraña página web– repetía la chica en un tono inexpresivo que hacía temblar a Lucifer.
– Mira niña, por más que tengas 1000 años, sigues siendo una niña para mí, y justo eso es lo que me extraña. Para hacer el ritual de invocación debes entregar sangre fresca de una persona, no me vas a decir que asesinaste a alguien, no creo que hayas podido hacerlo con ese tamaño.
La chica contuvo la risa sin cambiar su indiferente expresión.
– Vamos señor demonio, no sería capaz de hacer eso– su raro tono burlón hacía enfadar a Lucifer– sucede que estaba con el período, y como uso copas menstruales, simplemente...
– Okay, no sigas... por favor– esto era humillante.
No solo cayó de la nada y casi rompe al sin hueso del Señor y amo del infierno, sino que también hizo el ritual satánico con sangre de menstruación ¡SANGRE DE MENSTRUACIÓN! Todo parecía tan irreal que Lucifer solo podía reír mirando al vacío.
– Señor demonio ¿está bien? La verdad no quería causar problemas, solo quise invocar a Satán para comprobar si lo que decía el portal era verdad.
Después de que Annie dijo eso, Lucifer recobró la compostura y enderezó la espalda. Vaya que los mortales reconocían su abrumador poder si hasta había portales de internet sobre él.
– Pues regocíjate, miserable mortal. El que te está hablando es el Señor y amo de este infierno, el más poderoso, el más sexy, el más guapo, el mero mero, yo soy Lucifer– finalizó haciendo rara pose triunfal.
Al ver nuevamente a su curiosa invitada, esta estaba haciendo una rara mueca de incredulidad. Eso solo volvió a poner nervioso a Lucifer.
– No haga bromas de mal gusto, señor demonio. Soy consciente de que existen más demonios aparte de Satán, pero no debería sentirse mal por no ser tan poderoso como él, a eso se le llama complejo de inferioridad.
– ¡Que yo soy Lucifer, maldita sea!– chilló como niño malcriado.
– Ah ¿En serio? Porque eso sería realmente decepcionante– y enseguida miró hacia otro lado con expresión de desesperanza.
– Te lo voy a comprobar– y de un chasquido dedos, Lucifer se vistió con uno de sus trajes más elegantes– Ahora, pídeme el deseo que tenías al venir aquí ¿Para eso fue la invocación, no?– preguntó, decidido a hacerle reconocer su grandeza.
– En realidad, no tengo ninguno, solo quería comprobar si lo que decía ese portal era verdad.
Eso Lucifer no se lo esperaba. Todos los humanos que hicieron la invocación a lo largo de de la historia, tenían un ambicioso anhelo. Napoleón, Hitler, Lenin, Isabel la Católica, Julio César, Abraham Lincoln, María Antonieta, e incluso Donald Trump fueron algunos de los personajes más conocidos en la historia del mundo terrenal, y todos ellos hicieron el contrato de entregar sus almas a cambio de poder o conocimiento. Ahora, esta simple y débil humana ¿Dice que no tiene ningún deseo? No, eso es imposible, los humanos son crueles y ambiciosos, son capaces de hacer lo que sea por obtener lo que quieren, Lucifer se negaba a creer que alguien sin avaricia existiera.
– Te das cuenta de la gran oportunidad que te estás perdiendo?– continuó– Puedo hacer lo que quieras, ser millonaria, ser presidenta, esclavizar a toda la humanidad actual, tener conocimiento infinito, ser la más hermosa, todo lo que quieras lo puedes tener a tus pies con solo decirlo, solo un gran idiota desperdiciaría tal cosa.
– Bueno, tienes razón– concluyó Annie, aceptando que tal vez ese raro demonio estaba en lo cierto.
Por unos minutos, la humana parecía estar pensando seriamente en lo que pediría. Lucifer estaba a la expectativa, feliz de que finalmente aceptara que él era el mismo Satanás. Pero todo cambió cuando después de unos minutos, ella finalmente dijera su deseo.
– Deseo 5 deseos más.
– ...
– ...
– Oye, sé que dije que podía concederte cualquier deseo ¿Pero acaso parezco salido de alguna lámpara mágica? No juegues conmigo, pequeño hongo desnutrido.
– El único hongo desnutrido es el que tienes ahí abajo, señor demonio ¿Y realmente no puedes hacerlo? Vaya que eres un inútil– el tono de decepción y molestia en su voz era realmente notorio.
– Maldita mocosa- masculló entre dientes el aludido– incluso en el inframundo tenemos reglas, no puedo concederte tal deseo.
La humana suspiró resignada, y se puso a pensar nuevamente en cual sería su próximo deseo. Después de unos segundos, susurró algo inaudible, a lo que Lucifer puso una mano en la oreja intentando descifrar la petición de Annie.
– ¿Qué dices que dijiste? No puedo escucharte.
– Deseo quedarme aquí, en el infierno, y ser protegida por ti.
– Eeehh, ya veo.
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Nuevamente, ¡Gracias por leer!
Sobre todo, gracias a las personas que comentaron y votaron por la historia, eso me hizo muy feliz :")
Espero que puedan seguir apoyándome para continuar con esta loca historia.
Sin más que decir, l@s veo en la próxima actualización ^^
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¡Fuera de mi infierno!
HumorEra un día cualquiera en la vida de Lucifer: Quemar a los pecadores, administrar las almas de los difuntos, dar de comer a su precioso Cerbero y atender a los mortales que buscaban satisfacer sus deseos a cambio de sus almas. Todo estaba perfectamen...