¿Un nuevo plan?

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Tim volvía después de contarle todo lo sucedido a Virgilio, sabía que compartir ese chisme con él haría más ameno su día. Se olvidó por completo de ir a la tienda de repuestos de cuernos, pero ya se le ocurriría algo, Lucifer no es tan difícil de engañar.
Cuando ya estaba cerca del castillo del demonio, notó algo muy extraño: Todas las cortinas del lugar estaban cerradas, algo raro ya que aún era de "día".

– Tengo un mal presentimiento de esto– Tim solo podía pensar en que su señor había hecho algo tonto otra vez.

Ya que parecía una situación de emergencia, no se molestó en tocar la puerta para que lo dejen entrar, simplemente extendió sus alas y fue volando hasta la ventana que daba a la oficina de Lucifer. Una vez ahí, la abrió y cuando logró divisar qué es lo que estaba sucediendo, casi se desmaya.

Su señor, el demonio actualmente más respetado de todo el infierno, estaba "en cuatro" y un collar de perro rodeaba su cuello.
Junto al collar, una cadena se extendía hasta dar con la mano de la humana que había llegado el día anterior, quien estaba sentada en el trono que era de uso exclusivo por Lucifer.

– Q-Q-Qué demonios ha ocurrido aquí?– Tim estaba sin palabras, sabía que esa humana era excepcional por lo que había visto anteriormente, pero tener a Lucifer en ese estado era un nivel diferente.

– Ah, es el niño demonio, me alegra verte otra vez– Annie sonrió genuinamente, como si el hecho de estar sentada en el trono de Satán fuera algo de lo más normal.

Lucifer, al oír la voz de Tim, ni siquiera se alzó para verlo, solo escondió su rostro en sus manos, sumamente avergonzado por la situación.

– ¡¿Qué le has hecho a mi señor?! Tú, desvergonzada humana– Tim se echó a llorar, muy triste por el estado de su señor.
Era cierto que a veces puede ser un poco torpe, pero era el demonio que resultó ganador de las convocatorias para ser el nuevo gobernante del infierno, no era posible que haya terminado así.

– ¿Yo? Yo no hice nada, fue tu jefe quien se puso en esa situación, pregúntale tú mismo– Annie volvió a usar su tono indiferente.

– Señor, vamos, párese; no tiene por qué doblegarse de esa manera. Por ahora quiero que me diga qué es lo que ocurrió durante mi ausencia.

Sin decir nada, Lucifer dirigió una mirada de ira y tristeza a Annie, ni él mismo podía creer que cayera tan bajo.

– Puedes levantarte– dijo Annie burlonamente– pero te quedas con el collar, se te ve bien.

Lucifer se reincorporó y limpió el polvo que se había pegado en sus rodillas.
Sin decir nada, fue a su escritorio y sacó de ahí el contrato en el que figuraba que debía hacer todo lo que la humana ordenara.

– ¿Qué es esto? ¿Un fraude? ¿Cómo es que llegó a esta situación?

– Eso es grosero– Annie hizo un puchero, no podía enojarse de verdad con alguien tan lindo como Tim– Yo gané justamente esa apuesta, es más, hasta el mismo ángel lo dijo.

– ¿Ángel? ¿Qué ángel?– Tim estaba cada vez más confundido.

– Gabriel– dijo Lucifer, hablando al fin– esta horrible humana tiene el respaldo del viejo, no hay nada que pueda hacer.

– ¿Quieres que esta vez te haga lamer mis zapatos, señor demonio?– Annie sonaba irritada.

Lucifer hizo una expresión de susto e inmediatamente de calló, no quería hacer nada más que ponga en riesgo la poca dignidad que le quedaba.

– Está bien,entiendo, mi señor perdió la apuesta y ahora debe hacer lo que tú digas, pero ¿Simular un perro? ¿No es eso demasiado?– Tim estaba preocupado de que alguien más se entere de la situación de Lucifer, si eso ocurría, definitivamente le quitarían el puesto.

¡Fuera de mi infierno!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora