– Ah, lo siento.
Lucifer miraba la mitad de su cuerno en la mano de la chica y solo podía pensar en que era un sueño (una pesadilla para ser más exactos). Había dejado crecer esos cuernos por miles de años, símbolo de su poder en el inframundo, ahora que solo tenía uno iba a ser la burla no solo de todos los demonios, sino también de los ángeles y hasta del mismo Dios.
Tim, por otro lado, casi se le cae la mandíbula pero no de la sorpresa, sino de la risa. El señor al que había servido por años, el ser más temido y poderoso de todo el infierno, ahora tenía un solo cuerno, parecía un unicornio antropomorfo.
– Señor demonio ¿Está ahí? Parece muy sorprendido, pero no se preocupe. En mi mundo hay un pegamento llamado "pégalo todo", tal vez con eso podamos solucionar lo de su cuerno– Annie por su lado, aunque parecía estoica, por dentro se sentía culpable.
Lucifer seguía mirando al vacío, pensando en qué hacer cuando todos los demonios lo vean con un solo cuerno. Lo llamarían unicornio, fenómeno, las demonios ya no querrían acostarse con él, los viejos lo humillarían y ya nadie le tendría respeto.
Mientras Tim de destornillaba de la risa, Annie pensaba en cómo podía enmendar su error, haría lo necesario por hacerlo, no le gustaba deberle nada a nadie.
– Señor, no se preocupe tanto, iré a ver implantes de cuerno ahora mismo. Nadie notará que le falta uno y mucho menos, que una humana se lo arrancó– y burlándose de la situación de Lucifer, Tim emprendió vuelo con sus pequeñas alas rumbo a contárselo a Virgilio.
– ¡Espera Tim! ¡Definitivamente no debes contárselo a Virgilio! ¿ME OYES?...¡TIIIIIIIIIM!
Estaba acabado. Ahora los rumores de esparcirían por todo el infierno y su reputación se irá a la basura. Por supuesto que podía hacer desaparecer a todo el que se mofara de él, pero la humillación y la ofensa se quedaría ahí.
– Aahm, señor demonio, estoy dispuesta a asumir mi responsabilidad.
Lucifer volteó molesto a verla, pero su ira se fue enseguida al ver que esta vez el rostro de la chica ya no tenía una expresión de indiferencia, sino una de determinación. Eso lo sorprendió un poco, su corazón dio un pequeño brinco, pero definitivamente era porque esa mirada no era habitual en ella, sí, debe ser por eso.
– Bueno, por ahora vayamos a mi oficina, será más cómodo hablar ahí.
Tras caminar por un largo pasillo de alfombras y paredes rojas con decoraciones doradas y cuadros elegantes, finalmente llegaron a la sofisticada oficina que en nada se diferenciaba de una normal, a excepción del trono que estaba en medio.
Lucifer se dirigió hasta el trono y se sentó con una pierna cruzada, se aclaró la voz y nuevamente tomó una posición engreída.
– ¿Y? ¿Cómo piensas hacerlo? La humillación por la que tendré que pasar de ahora en adelante es por tu culpa, y no pienses que satisfacer al rey del infierno será fácil– de nuevo su sonrisa era de arrogancia, nada comparado a minutos antes cuando le arrancaron el cuerno, su cola de demonio estaba entre sus piernas haciéndolo parecer un cachorro asustado.
– Decir eso con un solo cuernos le queda muy gracioso, señor demonio, y pensar que antes quería llorar– Annie reprimió una risa.
Apenas había conocido a esa humana unas horas atrás, sin embargo era el ser que más problemas le ha causado en cientos de años, definitivamente sería peligroso dejarla quedarse. Le resultaba algo interesante que no huyera de él, pero no por eso podía arriesgar su posición en el inframundo, tenía que enviarla de vuelta a casa.
– Sí, ya sé lo que puedes hacer para compensarlo– simuló un redoble de tambores y gritó– ¡Debes volver a tu mundo!
La expresión de Annie ahora era de asombro puro, pensó que la haría lamer sus zapatos o algo por el estilo, pero definitivamente no podía volver a su mundo, por lo menos no ahora.
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¡Fuera de mi infierno!
HumorEra un día cualquiera en la vida de Lucifer: Quemar a los pecadores, administrar las almas de los difuntos, dar de comer a su precioso Cerbero y atender a los mortales que buscaban satisfacer sus deseos a cambio de sus almas. Todo estaba perfectamen...