4

673 43 2
                                    

«Como una traición»

En junio mamá logró meterme a trabajar en River con ella. Yo estudiaba una carrera universitaria y no podíamos costear los gastos, así que se animó, habló con los dirigentes y lo consiguió.

El trabajo era fácil: limpieza y cocina. Más cocina que limpieza, y eso era lo que me gustaba. Mis tareas variaban según la necesidad, pero siempre la fija era servir el almuerzo en el comedor, donde aprovechaba para mirar y a veces hablar con Lucas. Pero últimamente él estaba un poco cortado y distante. Era casi imposible de notar, pero yo me daba cuenta. Ya no hablábamos tanto como antes, y a pesar de que la buena onda seguía, porque siempre me saludaba con un abrazo y se interesaba por saber cómo estaba, las cosas eran diferentes, y eso me ponía un poco triste.

No quería perder las oportunidades de volver a besarlo, pero una vocecita dentro mío me decía que quizás ya no volvería a tener una así.

—Pensé que no ibas a venir hoy —me saludó Cami cuando me vio entrar a la cocina. Era una de las pocas chicas de mi edad que también trabajaban en el club, y nos habíamos hecho amigas muy rápido.

—El despertador no sonó. Viene siendo un día complicado —respondí mientras me ponía el delantal y me preparaba para ayudarla a servir la comida.

Ese día los chicos almorzaban en el club, y nos tocaba a nosotras preparar y organizar todo. Por suerte, nos habíamos salvado del lavado de los platos. El equipo entró al comedor haciendo más quilombo de lo normal. Cada uno se fue ubicando en las mesas e inmediatamente localicé a Lucas sentado en la misma mesa que Gonzalo y tres chicos. Eran los que más gritaban, y parecía que había pasado algo específico con él, porque era en quien recaía la atención de todos los demás.

—Dos platos para este ganador —le dijo uno de los chicos a Cami cuando dejó el plato de comida frente al Chino. 

Ella solo se rio y negó con la cabeza. Una vez que terminamos de servir la comida a todos, nos fuimos hacia la cocina, desde donde podíamos espiarlos detrás de la barra. 

—¿Qué onda con Lucas? ¿Por qué lo felicitan tanto? —le pregunté a mi amiga tratando de no hablar muy fuerte para que no me escuche nadie más que ella.

—¿No viste lo de Instagram? Desde que llegó le están aplaudiendo eso.

—¿Qué cosa? ¿Aplaudiendo qué?

Inmediatamente saqué mi celular y busqué su cuenta de Instagram. No había revisado ninguna red social durante los últimos días por estar hasta la cabeza de trabajos prácticos y exámenes, así que cuando entré a su cuenta, la foto me cayó como un balde de agua helada.

Lucas estaba abrazando a una chica, frente con frente, y supuestamente cumplían un mes de noviazgo. 

Sentí cómo mi corazón se aceleraba. Como si hubiera perdido la noción de la realidad, la cabeza comenzó a zumbarme y los ojos, poco a poco, se me llenaron de lágrimas. Lo había perdido.

Además no podía creer que se había puesto de novio tan poquito tiempo después de lo que había pasado entre nosotros en su cumpleaños. Entonces entendí lo que antes no había podido ver: que lo nuestro nunca fue. Que nunca hubo un "nosotros", fue todo producto de mi imaginación a raíz de un beso que para mí había significado el mundo, pero para él no había significado nada.

Cami me abrazó para contenerme y como un jenga que se cae poco a poco, la imagen de Lucas en mi mente también se destruyó. Fue cayendo a pedazos. Me sentía traicionada. No podía creer que me estaba enterando de esto por una foto en Instagram. Y es que, quizás, no le correspondía contarme por respeto a mis sentimientos, pero éramos amigos, no le costaba pasarme la data.

~ Idas y vueltas - Lucas Martínez QuartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora