✧ tres

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Había pasado una semana desde la última vez que estuvieron juntos, nadie dijo nada después de ese día, no se hablaron, Jeongguk solo se marchó con las palabras en la boca y el corazón en las manos, Jimin se quedó en la soledad de su cuarto con mil y un pensamientos comiéndole la cabeza. Tenían miedo de lo que pensaría el otro después de aquella entrega mutua donde se dejaron guiar por sus corazones, pero toda cosa tiene que acabar y la nube de aquella tarde solo viviría en sus recuerdos porque la cobardía se apoderó de los días y de sus sentimientos.

El día era igual a los anteriores después de la visita de Jeongguk, sentado en el comedor con una taza de café veía consumir su vida a través del vaporoso líquido, las flores del ventanal agitándose con el poco viento que entraba por las ventanas abiertas, él sumergido en sus pensamientos mientras la cafeína aliviaba sus dolores, la brisa primaveral secando las lágrimas que amenazaban salir de sus ojos y manchar sus mejillas, la soledad colándose en su piel y la ansiedad picando sus uñas.

Todo hubiese seguido en calma de no ser por su ruidoso celular interrumpiendo sus pensamientos, anunciando una llamada, se llevó una gran sorpresa al ver que el remitente era Jeongguk, mentiría si dijera que su corazón no se aceleró y empezó a bombear como un loco, dudó por unos segundos si contestarle o no, hasta que por fin se armó de valor recibiendo la llamada.

Suspiró.

─ ¿Hola? ─ su voz trató de ser calmada, fallando en el intento, dejó la taza sobre la mesa y cerró los ojos.

Jimin-ssi ─ respondieron del otro lado ─ Hyung, yo he querido llamarte antes pero... ─ silencio ─ tenía miedo ─ finalmente, Jeongguk completaba la oración.

Jimin abrió los ojos con sorpresa.

─ ¿Miedo? ─ comentó ya más tranquilo y un poco confundido, veía las cortinas danzar cerca de las ventanas.

Tengo miedo de ir hacia ti, hyung ─ sentenció el pelinegro con un tono de voz que le estremeció la piel.

Aquella oración lo había desorientado un poco, casi al borde de querer arrancarse el pecho para no sentir su agitado corazón.

¿Qué se supone que debía responder?.

Un cabizbajo Jeongguk volvió a hablar. ─ Lo lamento, hyung, no debí llamar, perdo-...─ pero Jimin lo interrumpió antes de que pudiera completar la frase.

─ No cuelgues, por favor ─ pidió con rapidez ─ solo me tomó por sorpresa, porque yo también tenía miedo de volver a escucharte ─ dijo casi susurrando, mordiendo sus labios a la expectativa de lo que sucedería.

Silencio.

¿Crees que podamos vernos, hyung? ─ preguntaba Jeongguk con temor después de varios segundos en los que no supo qué responder.

Entonces un vuelco lleno de esperanza atacó el corazón de Jimin.

─ ¿Hoy? ─ respondió entusiasmado, sus ojitos saltones brillando preciosamente.

Si no tienes planes, me encantaría ver tu rostro otra vez ─ y la pizca de ilusión estaba allí de nuevo, regocijándolo, dándole esperanzas.

Porque así era Jeongguk, cariño infantil y valentía, un niño atrapado en el cuerpo de un adulto.

─ No tengo planes, Koo, siempre puedes venir hacia mí ─ no quería sonar desesperado, pero así es como sonaba.

Jimin tenía esa tendencia muy suya para colorearse las mejillas por cualquier cosa, justo como ahora que estaba cubriendo su rostro con una mano por lo avergonzado que estaba.

Entonces genial, estaré en tu puerta más tarde, Jimin-ssi ─ respondió con cariño, haciendo una pausa ─ Te quiero mucho, hyung ─ habló rápido y colgó la llamada sin esperar respuesta alguna, sonriendo, consciente de que Jimin no podía verlo.

¿Ahora qué debía hacer?

Ver a Jeongguk nuevamente a los ojos sería su muerte, la vergüenza y el miedo volvían a invadirlo, claramente debían aclarar las cosas.

¿Pero qué pasaría si para Jeongguk aquella tarde no significó lo mismo que para él?

Platónic eyes 국민 Kookmin minific [𝙚𝙙𝙞𝙩𝙖𝙣𝙙𝙤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora