✧ último

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La noche ya los había alcanzado, aunque comieron algo ligero en el camino de vuelta, aún tenían hambre, pero ya estaban de regreso en la ciudad, unas cuantas calles más y estarían en el departamento de Jimin. Cuando llegaron, ambos bajaron del auto con tranquilidad, Jimin con ganas de al fin ducharse y dormir, y Jeongguk asegurándose de dejar a su novio sano y a salvo en casa.

─ Quédate esta noche ─ pidió Jimin con voz suave, tomando las manos del peli negro, haciéndole ojitos de cachorro.

¿Quién era él para negarle algo a su novio si se lo pedía de esa forma?.

Jeongguk sonrió.

─ ¿Esa es tu arma secreta para pedir las cosas, verdad?.

Jimin también le sonrió y extendió una de sus manos hacia él.

Esa noche compartirían sábanas nuevamente, pero esta vez solo sería dormir y disfrutar el calor de sus cuerpos juntos.

Ambos subieron hasta la habitación, Jeongguk se quedó en el borde de la cama, pensando en todo lo que había pasado ese día, sonriendo para él mismo, porque todo se sentía muy irreal, nunca creyó firmemente en esa tonta frase de "si no arriesgas, no ganas" hasta ese momento. Jimin había entrado a la ducha llevando su ropa para vestirse allí dentro, a pesar de que ambos ya habían visto sus cuerpos descubiertos, aún era un poco vergonzoso compartir un acto tan íntimo como tomar una ducha juntos, por eso le dio su espacio para que pudiera bañarse tranquilo, él iría después, pero lo que realmente le emocionaba era la idea de poder despertar con el rostro de Jimin a su lado, se sonrojó un poco por la idea, por eso, cerró los ojos y dejó caer su espalda sobre la cama, deseando fuertemente que esto no sea producto de su imaginación.

Jimin tenía más de la mitad de su cuerpo sumergido en la tina, estaba con los ojos cerrados, tratando de recrear nuevamente todas las escenas del día, pensaba en cómo se sentiría el calor de los brazos de Jeongguk al despertar, en todas las cosas que habían perdido hasta ahora por el miedo, recordó la primera vez que se conocieron, la forma en que la sonrisa de Jeongguk lo había hecho sentirse como un tomate, las citas casuales que él trataba de convencerse no eran citas, o esa vez que corrieron como locos por varias cuadras porque los perseguía un perro, y se rió un poco por lo último, nunca pensó que algún día podría tomarlo libremente de la mano sin tener que obligarse a creer que Jeongguk no lo veía de la misma manera, o siquiera que algún día compartirían un vínculo tan especial como un beso o hacer el amor.

Al despertar, todo fue para ambos como lo habían soñado, o incluso mejor, porque tener a Jimin entre sus brazos se sentía como el mismísimo cielo, y para Jimin no había nada mejor que sentir los latidos de Jeongguk contra su rostro, Jeongguk le dejaba pequeñas caricias en el cabello mientras Jimin sonreía y se despertaba entre risas, porque recordaba la escena de antes de dormir cuando Jeongguk se quejó de que el pijama de Jimin le quedaba muy chico e hizo un berrinche falso pidiendo besos a cambio.

Cuando bajaron a la cocina todo se sentía especial, el aroma a café y galletas inundaba las cuatro paredes, solo había silencio cómodo, sonrisas cómplices y ojos soñadores, Jeongguk llevó la taza hacia sus labios mientras veía a Jimin mirar por la ventana y una risita dulce se le escapaba.

─ Estoy celoso de lo que hay tras la ventana ─ se acercó con cuidado para acariciarle el cabello.

─ ¿Qué? ─ Jimin salió de su ensoñación ─ Pero, ¿Por qué? ─ se giró y clavó su mirada dulce en él.

Ojos marrones y traicioneros, porque tomaron el control de su vida susurrándole que siempre le han pertenecido.

─ ¿Qué es tan grandioso como para llamar toda tu atención, cielo? ─ dijo en tono suave quitando el cabello que caía por la frente de Jimin.

─ ¿Pero qué cosas dices? ─ llevó su mano derecha a la mejilla de Jeongguk, acariciándole el rostro con cariño, él cerró los ojos y sonrió disfrutando del tacto ─ Tú eres mi pedacito de cielo y ese título no te lo quita nadie ─ dejó un efímero beso en sus labios, y cuando Jeongguk abrió los ojos, lo único que vio fue al amor de su vida, brillando entre toda la obscuridad, iluminándolo y por fin dándole sentido a todas esas viejas canciones de amor.

─ Tal vez no solo me gustas, tal vez lo que siento por ti es amor, Jimin ─ y ambos sonrieron.

Porque había un poema muy corto que siempre iba a maravillar a Jeongguk: Jimin.



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Platónic eyes 국민 Kookmin minific [𝙚𝙙𝙞𝙩𝙖𝙣𝙙𝙤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora