OO3.

591 66 50
                                    

i wanna hold hands with you,
but that's all i wanna do right now.
i wanna get close to you,
'cause your hands and lips still know their way around.
and I know i like to draw at night, it starts to get surreal,
but the less time that i spend with you, the less you need to heal.

and I wanna come home to you,
but home is just a room full of my safest sounds.

- Talk Me Down, Troye Sivan.


Conocí a Jeno cuando teníamos 6 años. Me encontró escondido en unos pequeños arbustos, llorando, pues papá nos había vuelto a pegar a mí y a mamá. Jeno se sentí frente a mí y me preguntó por qué lloraba. Luego vio los moretones de mis brazos, y preguntó de dónde habían salido. Cuando notó que estaba sólo en el parque, me preguntó si acaso me había escapado de mi casa, a lo que le respondí que sí. Me ofreció su mano, diciendo que podía confiar en él, que su madre nos prepararía algo para merendar y me dejaría elegir mis galletitas favoritas. Cuando tomé su mano, Jeno la apretó.

"No voy a soltarte, JaeMin."

Le escuché decir, mientras tiraba de mí hacia en donde su madre se encontraba. Y más tarde, mientras yo elegía qué comer para la tarde, Jeno le contó a su madre lo que le había dicho. Parecía preocupado y asustado; me enteré esa misma tarde que la madre de Jeno había sido amiga de mi madre. Cuando volvimos a casa, papá aún no había vuelto. Mamá salió llorando de casa a abrazarme fuerte y pedirme que no vuelva a hacer algo por el estilo. Ella tenía un ojo violeta y su nariz sangraba. Me puse a llorar en el mismo lugar, al tiempo que Jeno miraba a su propia madre, asustado.

La madre de Jeno llamó a la policía aquella tarde. Y cuando papá volvió a casa, observé en silencio cómo se lo llevaban lejos; fue la última vez que lo vi. Jeno no soltó mi mano en ningún momento.

Mamá intentó mandarme más de una vez al psicólogo luego de esto. No podía hacer amigos y hubo un tiempo en el que tampoco veía a Jeno. No sabía cómo desenvolverme en la sociedad de una manera decente. Jeno encontró una buena manera de ayudarme a seguir adelante; el día en el que cumplí 8 años, Jeno me regaló unos 5 DVDs de sus películas favoritas, acompañados de una pequeña notita.

"Cada vez que te sientas triste o que te quedas sin aire, ¡veamos una película juntos!"

Han pasado 12 años desde ese cumpleaños, y seguimos haciendo lo mismo. Jeno y yo nos mudamos juntos cuando cumplimos 19, decidiendo que era una gran idea movernos del pequeño pueblito en el que nos criamos, para abrirnos paso por ciudades más grandes. Jeno consiguió un precio increíblemente barato para un departamento con dos habitaciones en Seúl, lugar donde vivimos actualmente. Y cada vez que Jeno nota que estoy algo decaído o triste, coge su laptop y entra en mi cuarto sin tocar. En invierno, inclusive, suele meterse en mi cama sin pedir permiso. A veces trae también comida (helado, chocolate, duraznos, cualquier cosa que él sepa que me encanta), y se niega a irse hasta ver que esté mejor.

Es imposible engañar a Jeno; sabe cada posible expresión mía, cuáles son fingidas y cuáles son verídicas. Mil y un veces intenté convencerlo de que se fuese a su cuarto a dormir en lugar de permanecer a mi lado mientras vemos alguna película de Disney en un intento de que yo encuentre mi paz. Pero es imposible convencer a Jeno de que se vaya.

O bueno, solía ser imposible.

Hace unos meses con Jeno conocimos a Yeji, una chica que trabaja en el restaurante con nosotros. Ella y Jeno son meceros, mientras yo trabajo en la cocina, y se pasan gran parte del día juntos. Todos estábamos esperando que confesasen sus sentimientos tarde o temprano; menos yo. Parte de mí esperaba que Jeno negase que su corazón latía desaforado cada vez que Yeji sonreía. Que negase estar enamorado de sus labios y sus pequeños y dulces ojos. Pero, como debería ser, Jeno sí estaba enamorado de ella. Y ella, de Jeno.

30 days challenge.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora