ℭ𝔞𝔭. 8

98 15 2
                                    

Mientras tanto, en el mundo de Saki.

─¿Están seguros de que se metieron a este lago?─ le pregunta su madre a unas personas que estaban en el mismo parque que los chicos hace un rato.

─Estamos seguros, señora. Fuimos testigos de la desaparición de los chicos─ le responde un hombre de unos sesenta años aproximadamente.

─¿Qué fue lo que pasó con ellos?

─Su hija se puso las manos en el pecho y cerró los ojos con fuerza, como si estuviese rezando. Luego de eso apareció un remolino acompañado de una luz rosada en el agua. Los dos saltaron hacia él y el remolino desapareció.

─¿El remolino apareció justo cuando la estúpida de mi hija cerró los ojos?

─Exactamente... Espere, ¿por qué llama así a su hija?

─Porque es una imbécil que no hace otra cosa más que mirar esos disparates que le corrompen la mente. Si no los mirara, tendría vida social, sería aún más responsable... Sería más decente, más funcional, más... normal.

─¿De qué disparates habla?

─Esas caricaturas japonesas que no recuerdo cómo mierda se llaman.

─Son animes, querida─ dice su esposo.

─Ah, sí. Animes. Son una pérdida de tiempo. Con esos ojos parecen bichos─ comenta asqueada.

─A mi hijo le encanta el anime. Con él miro uno que se llama Kimetsu No Yaiba. La verdad es que me agrada esa serie.

─Y con esos nombres tan horrendos─ hace una mueca que denota asco.

─En fin, ¿desde hace cuándo que se metieron al remolino?─ interrumpe el señor Umehara.

─Hace como cuarenta minutos.

─Cuando encuentre a mi hija, la voy a castigar por un año. Sin celular, sin computadora, y más importante: ¡sin animes! 

─No debería ser así con su hija, señora. Cada padre debe respetar el gusto de sus hijos...

─¡Usted no se meta en mis asuntos!

En ese momento, volvió a aparecer el remolino en el lago...


─¡Funcionó!─ exclama Makoto.

─Si te vas a ir, entonces vete─ le digo, mirándolo mal.

─¿Sabes qué? Tal vez encuentre a una nueva mejor amiga.

Esa oración me partió el alma en mil pedazos. Y el corazón se me hizo minúsculo. Siento un sabor amargo en el pecho, y lágrimas retenidas a la fuerza. No quiero perder a Makoto. Es mi único amigo en el mundo, y el perderlo significa quedar sin nadie que me entienda.

Estoy apunto de ir tras él, decirle que lo siento, que no quiero que se vaya, que lamento haber sido tan egoísta, queriendo que él se quede para siempre aquí, por más que él no quiere, cuando unas voces familiares me dejaron petrificada en mi lugar...

─¡Voy a castigar a Saki por haberse salido con la suya y saltar a este extraño portal sin mi permiso!

─¡Ella pertenece a este mundo! ¡Que aprenda a vivir en la realidad!

Son mis padres...

─¡ESCÓNDANSE!─ agarro a Kisugi de la muñeca y lo llevo tirándolo del brazo hacia los vestidores. Makoto nos sigue y nos encerramos ahí.

Escuchamos que algo cae al suelo. Ellos han aterrizado en este mundo, ¡lo que me faltaba!

𝗠𝗨𝗡𝗗𝗢𝗦 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗟𝗘𝗟𝗢𝗦 ❱ 𝗖𝗧 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora