5. Ya no tiene caso.

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MI CHICO MALO

Capítulo 5.

—Ades Cooper—

¿Se puede sentir odio y atracción al mismo tiempo? Pues yo tampoco lo sé. Mientras veo a Abby dormida en mi cama solo con mi chaqueta puedo ver su rostro con detenimiento, tiene ese tipo de rostro de niña rica y mimada que puede sacar lo peor de ti, pero que de la misma manera puede volverte loco, la condenada es hermosa. No entiendo su manera de actuar, un día se arregla como toda chica de diecisiete años que quiere conquistar al chico que le gusta, pero al otro día parece que le vale mierda que la vean vestida con ropa que no combina en lo absoluto.

Abby me recuerda a una niña que conocí hace muchos años cuando era un niño, sus ojos azules son idénticos, pero aquella niña le brillaban los ojos con felicidad, y a Abby no. Ayer mientras jugábamos a yo nunca he pude ver la alegría en su mirada, no parecía esa chica triste que anda en otro mundo. La chica que dejó ver ayer me gustó mucho más, me sorprendió cuando tomó de la botella en el momento que dije «yo nunca he tenido faje intenso», estaba seguro de que no iba a tomar, pero me equivoqué. Quise sacarle toda la verdad sobre quién fue el primer chico con el que estuvo, pero se negó a decirlo, algo tiene guardado esta chica y lo voy a averiguar porque puede ser mi manera de hacerle la vida imposible.

Me gustó pasar la noche con ella, que nos besáramos, pero a diferencia de ella, yo lo hice por una apuesta, y ella solo por no aguantarse las ganas. «Besa bien, eso no lo puedo negar».

Me levanto de la cama y me voy al baño, me doy una ducha de algunos largos minutos, regreso a mi habitación y me doy cuenta de que Abby ya no está en la cama. Pensé que seguiría durmiendo, por lo menos se fue, así no tengo que verle la cara, solo fue un beso sin importancia. Decido no buscarla y me pongo un bóxer negro, una bermuda y me quedo sin suéter, quedé de verme con una chica para hoy después de clases, pero ya es tarde y no pienso ir. Estoy por poner música, mi padre entra como una bestia y me da un empujón.

—¡¿Qué pasa contigo?! —me vuelve a empujar—. Te advertí que con Abby no y fue lo primero que hiciste, no quiero problemas con Karla por esto, sabes que me costó estar con ella.

—¿De qué hablas? —pregunto entre dientes.

—Vi salir a Abby de aquí, ¿te acostaste con ella? —me mira esperando una respuesta de mi parte—. Es una niña inocente, no sabes todo lo que ha sufrido y ya la tienes como tu juguete.

—No me acosté con ella, no es una chica con la que me gustaría tener tres minutos de placer —sonrío con descaro, sé que papá odia eso—. Y esa niña como la llamas, no es tan inocente, deja de defenderla, no es tu hija. De esa misma manera debiste defender a mi madre cuando pasó lo de su…

Recibo un golpe en mi pómulo derecho que me hace hervir la sangre, papá odia que hablemos de lo que le pasó a mi madre, pero él no hizo nada por defenderla aquella vez cuando ese hombre le hizo daño.

—No menciones eso, sabes que hice lo que pude, pero tu madre no resistió —su voz se rompe, y no siento lástima por él.

—¡Porque estabas en tu maldito trabajo mientras ese hombre violó y mató a mi madre! Siempre fue más importante tu trabajo, ni siquiera fuiste a su sepelio porque estabas metido en tu mugre trabajo. Papá, yo tuve que pasar todo solo, nunca pude decirle a nadie cómo me sentía porque acababa de perder a mi mamá, un miserable me la mató y tú no hiciste nada.

—Hijo, por favor —se me acerca para darme un abrazo, y lo rechazo—. No podía estar, no me sentía con fuerzas para verte sufrir.

—Ya no tiene caso, tú ahora tienes una esposa ejemplar y una chica que es como tu hija, que es todo lo que quieres que yo sea: una completa estúpida que hace todo para complacer a los demás.

MI CHICO MALO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora