Capítulo Nueve: "Un buen día"

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Pasado un rato, tras admirar el precioso baile de la hermosa Ninfa que se hacía una con el agua, abandonaron la fuente planeando un nuevo rumbo tras que avanzaban por las calles llenas de adoquines y siguieron ese recorrido por el bazar rodeados de cientos de tiendas y sus carismáticos vendedores ofreciendo en cánticos creativos los miles de artículos existentes en cada tienda.

—Saben, quiero contarles que mañana habrá una especie de festival anual aquí. Es una especie de festival comercial donde cada productor, distribuidor y comprador se beneficia mucho pues hay grandes descuentos y los productos se multiplican a cantidades enormes. En estos festivales viene hasta casi el triple de gente y hay hasta 4 veces más productos sin mencionar aún que una buena parte son productos especiales de temporada; Nuestra misión aquí es adquirir de esos productos, en esencia en las subastas donde habrán artefactos como: “Rocas talk” que al fragmentarlas puedes hablarle a una y por los demás fragmentos se escuchara donde sea lo que digas, también especias de hechizos poderosos y otras cosas de interés del reino de las que hablaremos luego. —Contó Conor mientras caminaban en dirección al centro del lugar pero estando lejos aún. 

—¡Oh!, ¿quiere decir que nos quedaremos aquí y no iremos a ningún lugar? —Pregunto un cadete de la tierra de hielo que estaba cerca.

—Así es y como seguro deducirán también, calcule justo estas fechas para realizar esta misión de obtención de recursos y fue por eso que comenzamos las expediciones en esta fecha ya que, lo que llevemos, ayudará mucho al reino. —Explicó Conor asombrando a sus exploradores.

Continuaron el andar por el bazar hasta que llegando a una intersección Conor propuso separarse en 10 grupos de 20 dando libertad a todos para que pudieran vagar por cada lugar del bazar y así tomaran costumbre con las estructuras, costumbres y razas extranjeras.

Luego de separar cada grupo por nivel de poder quedándose Conor con los más débiles para equilibrar la balanza, se despidieron y tomaron caminos aleatorios. Todos tenían en cuenta que a la hora del almuerzo se verían por donde entraron y no podrían perderse pues el gran acantilado por el que descendieron se veía a lo lejos por todo el bazar, ¡ese era su mayor punto de referencia!.

En nada, todos los grupos se perdieron de vista.

—Oigan, ¿a donde iremos? —Preguntó Rashi.

—Yo que sé, demos vueltas por ahí y ¡si nos encontramos con problemas le rompemos la cara a los problemas! —Dijo entusiasmado Rak Makron el mismo chico que peleo contra la gran araña la primera noche.

—Creo que eso nos metería en problemas. —Señaló Rashi.

—Ja, yo no le temo a nada, ¡soy un luchador incluso durmiendo! —Alardeo Rak de su fuerza.

—Sí, como digas pues ya lo sabemos. —Replicó Rashi.

—Jah, ¡ustedes simples mortales no pueden apreciar el poder de un guerrero excepcional como yo! . —Siguió alardeando mientras iban por ahí.

Los demás sólo frotaron sus frentes con sus manos en gesto de desaprobación.

De pronto llegaron a un lugar que tenía una inscripción llamada “Club de la lucha” y al ver tan sugerente título Rak insistió para que sus compañeros aceptaron entrar aunque sea para ver que tal le iba a Rak y algunos otros que se animarían a pelear apostando dinero, sin embargo, solo Rashi se animó a entrar junto a Rak y el resto dijo que les esperaría en una tienda de más adelante.

El lugar era un gran edificio con paredes de roca, techo de lona y puertas en forma de cortina custodiadas por un guardia. Los exploradores negociaron con el guardia y este les permitió pasar para poder desafiar a algún lugareño.

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