Capitulo Diecinueve: Padre

77 2 253
                                    

Calles de la capital de Radial, 2:00 de la tarde del segundo día del segundo mes.

De una u otra forma, Lili acabó distrayendose con cosas sin importancia mientras iba por las calles rumbo donde Force. A causa de esto, trató de acelerar sus pasos corriendo pero, se tropezaba. Los tropiezos eran constantes pero no inexplicables. Lili estaba empezando a recordar muchos momentos con el comandante lo cual no le permitía correr tranquilamente así que, para evitar dejar su rostro contra el suelo, empezó a caminar despacio y no contuvo su mente la cual insistía en mostrar momentos que vivió con el viejo Force así como también momentos que Force y otras personas le contaron sobre su niñez al cuidado del Comandante.

...

“La piedra del herrero”, 30 años en el pasado.

Lili conoce esta historia porque tanto sus compañeros como el mismo Force le contaron de a trozos los hechos y ella que no es tonta, solo tuvo que unir cada parte con ayuda de su imaginación lo cual le permitía algo así como volver al pasado. En aquél entonces, La piedra del herrero estaba algo más empolvada, la tensión militar no era tan fuerte, Conor ni había llegado a Radial y a Force aún no le había salido alguna que otra arruga de las que sí tiene en la actualidad. En general, el lugar era más agradable pese a que el 90% de su población en ese entonces era de hombres los cuales en un 70% competían por ver quién tenía la mejor musculatura. Aún no había empezado aquella época de las infiltraciones.

En la puerta de La piedra del herrero estaba un chico escuálido, de voz algo fuerte pero carente aún de desarrollo, su mirada era agradable pese a tener pinta de bañarse día de por medio. Con el, estaba una caja que cargaba en brazos con mucho cuidado. El chico de pelos alborotados miraba hacía todos lados hasta que por fin divisó su objetivo.

—¡Hermano, hermano! ¡Por aquí! —gritó el joven de unos 21 años para llamar la atención de un destructor clase 1 que venía en su busca. 

—Ya te vi, tranquilo, tranquilo. Hermanito, ¿Ahora qué me has traído desde casa? —preguntó el destructor vestido de uniforme mientras se mostraba muy imponente y dominante.

—Mamá te manda comida de la buena, de la que solo ella puede hacer; A nadie engañas, la comida aquí es mala y tú tienes que comer bien para volverte el más fuerte, ¡solo mira esos brazos! Yo jamás podría ser así. —dijo el chico sin desanimarse pues estaba feliz de ver a su hermano.

—Oh vamos, ni te fijes en esto... Tú tienes que interesarte en otras cosas, luchar no tiene que ser lo tuyo ¡Hay cientos de cosas más interesantes a las que puedes dedicarte! No te preocupes por eso... —decía el destructor cuando apareció Force con una niña como de un año en brazos.

—Disculpen, Destructor, abra la puerta por favor, ya verá que vengo algo ocupado. —Pidió Force entre risas.

—¡En seguida, señor! —dijo el destructor quién abrió de inmediato.

—Muchas gracias... Y hey, tú chico, es cierto, hay mil cosas allá afuera a las que puedes dedicarte pero, no seas padre de familia, ¡Luego de unos meses dormir deja de tener significado! —dijo Force bromeando y los chicos se asustaron.

—Nah, tranquilos. No importa el camino que elijas, ya sea ser padre o un guerrero, lo importante es hacerlo con el corazón y sin arrepentimientos. Es así como se vive una buena vida... ¡Cuídense jóvenes! —se despidió Force yendo a su oficina dejando pensativos a los dos hermanos que siguieron hablando un rato más luego de aquello.

Force, se pasaría por los salones de La piedra del herrero vestido con el uniforme de comandante pues ya lo era en aquél entonces. La gente se le quedaba viendo, ya había pasado un año pero era muy raro ver al “Padre bonachón” ser padre de verdad pero, aún con esa sorpresa, no dejaba de deslumbrar la gran apariencia del comandante. En aquél entonces le faltaban arrugas que hoy en día tiene, también no se dejaba la barba lo cual permitía ver ese prominente y bien definido mentón que seguro más de alguna dama deseaba acariciar. Si subimos un poco más la mirada, pues si la bajamos nos desconcentraríamos... con una tierna Lili bebé, nos toparemos con sus ojos cafés claros y decolorados muy bonitos que contrastaban con su cabello de color café muy oscuro el cual estaba rapado de ambos lados y peinado hacia atrás desde la frente hasta la parte superior de la nuca. Era una figura muy masculina que imponía con solo estar presente pero, nada más alejado de su carismática personalidad.

Elegía InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora