Intermedio (20)

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Han pasado meses ya y el nacimiento  se acerca,  los dolores del final del embarazo se hacen notar junto a las dolencias del alma que aun tengo. 
Nada ha cambiado, al contrario, mi situación cada vez se vuelve peor. A veces me pregunto si debo seguir aquí, aun cuando he decidido dar a luz a una nueva vida. 

Siento que estoy en un cuarto gris, frío; donde el cual todos pueden entrar y pueden verme, pero justamente yo no puedo salir. Es un lugar donde yo puedo sentir las vibraciones y colores de los demás, pero no los míos. Me encuentro en un cuarto encerrada cuestionándome si acaso tendré algo de color en mi alma. 

Con el paso del tiempo me he perdido más de lo que ya estaba, a tal punto que solo sé que me llamo Helena, pero no sé nada de mí, ni de lo que me identifica. Me encuentro en un camino circular que, a donde quiera que vaya, siempre llegare al mismo lugar: la tristeza. No importa cuanto grite pues ya nadie escucha mis gritos ahogados, mis sollozos mudos. ¿Hay alguien ahí? ¿Alguien me escucha?
Me he quedado sin voz, me he quedado sin fuerzas, ya nadie puede puede oírme. Estoy sola 

Ya no sé quien soy, me desconozco. Ya no hay nada ni nadie dentro de mí. Soy Helena, pero una Helena vacía. 
Espero que con el nacimiento pueda empezar de cero para poder reencontrarme, aún cuando ya  perdí todo lo que tenía, aún cuando me he perdido a mi misma. 

Todas las noches, cuando dejo reposando mi cabeza en la almohada me cuestiono: ¿Quién soy? Pues, ya no lo sé más.  


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