La duda no lo dejaba tranquilo, llegó a su casa pensando si contestó de manera adecuada.
No se cambió la ropa. Solo fue al baño y se metió a la cama después de quitarse los zapatos y se quedó viendo el techo como si fuera lo más interesante del mundo.
—¿Quién soy? —se dijo en voz alta cerrando por instantes los ojos y abrirlos de nuevo.
Era verdad lo que había dicho tiempo atrás. Pero aún así no podía evitar pensar en su vida. ¿Quién diría que él, una persona promedio terminaría siendo parte de algo peligroso? Si alguien le hubiera dicho su futuro en el pasado, hubiera tomado por loca a esa persona.
En ningún momento se puso a pensar como terminó así, hasta ese entonces.
Un joven universitario cursaba el primer año de universidad. Había escogido Administración de empresas, así que se dirigía al salón de la primera clase de ese día.
Al entrar al salón, extrañado vió a unos de sus compañeros rodear a alguien que no podía distinguir por la pequeña aglomeración.
Paso de ellos y se sentó en su lugar en espera del catedrático.
Tras unos minutos pudo conocer a la persona que entretenía a los demás. Era alto, cabello negro con ojos azules y vestía de manera formal, algo extraño.
Así se quedó, sin darle importancia de quién se trataba, continuó concentrándose en sus estudios.
Pero al pasar casi un mes, se vió en una situación interesante.
Era sábado y Gerardo salía de su trabajo por la noche en una pizzería cerca de su casa.
Caminó con calma un par de calles pero se detuvo al escuchar un gemido ahogado y unas risas que venían de un callejón. Pobre del desdichado de quien se estaban aprovechando esos delincuentes.
Realmente no quiso acercarse, no quería involucrarse. Iba a seguir su camino pero se detuvo al ver desde su posición a la persona golpeada en el suelo. Sin duda era su compañero de clases con el que no interactuaba para nada.
—Será mejor que nos pagues lo que nos quitaste o te irá peor—. Escuchó hablar a uno de los cuatro sujetos que tenian a su merced a su compañero, pero a todo eso, ¿cómo se llamaba ese chico? Nunca supo su nombre porque no le importaba.
—¿Que te lo devuelva? —con pesar dejó salir su voz aún tumbado en el suelo. —Una apuesta es una apuesta, ridíc... —otro golpe se escuchó. Esta vez le golparon el estómago haciéndole toser.
—Escúchame, quiero mi dinero el lunes por la noche, o te mataré—. Lo amenazó el que parecía el lider del grupo.
No sabía si debía ayudarlo o llamar a alguien . Pero prefirió esconderse hasta que se fueron, dejando en malas condiciones a la víctima.
—Oye, ¿te puedes parar? —preguntó luego de acercarse cuando los otros estaban lejos.
—¿Quién eres? —como pudo se iba levantando.
—No importa, te ayudaré—. Lo agarró con fuerza y lo levantó. Caminaron por un rato hasta que llegaron a un hospital. Al verlo, el golpeado se negó a entrar al lugar pero no fue escuchado por su acompañante obligándolo a ingresar.
Fue atendido por el médico de turno el cual con ayuda de una enfermera curaron las heridas y lo medicaron. Cuando terminaron salieron de la habitación.
—¿A quién quieres que llame? —Preguntó cuando quedaron solos.
Suspiró en resignación, su padre lo mataría y castigaría por su condición
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Abello
ActionEra solo una persona con un sueño, un sueño que no esperó realizar de manera inmediata y como menos se lo esperaba, teniendo que tomar complicadas desiciones para llevar a cabo su deber. Ahora, tendra que lidiar con quienes van en su contra y dejar...