CAPÍTULO 29

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N/A: Quiero darles la bienvenida, a toda(os) la(os) lectora(es) nuevos que han llegado, espero que la historias les esté gustando y se queden aquí apoyándome. Gracias desde el fondo de mi corazón, a todos, especialmente a los que han estado desde el inicio de esto. 

—¿Nos duchamos? —preguntó Kerstin, mientras subía su maleta encima de la cama

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—¿Nos duchamos? —preguntó Kerstin, mientras subía su maleta encima de la cama.

Hacía no mucho que la cena que había preparado el señor Sokolov por la celebración de mi cumpleaños, había terminado.

Me resultó lo más incómodo que había tenido que vivir en mi vida y no deseaba volver a experimentarlo. Mis ojos miraban un punto perdido en el suelo, mientras le daba la espalda a mi novia, que esperaba en silencio a que le respondiera. Me estrujé la cara, lleno de frustración y enojo.

—Hazlo tú —contesté girándome hacia ella y sonriéndole—. Yo iré a tomar un poco de aire afuera, pero no tardo.

Ella frunció su ceño y se acercó a mí de inmediato. Una de sus manos se posó sobre mi mejilla y acarició mi barba con sus dedos.

—¿Qué sucede? Te noto angustiado.

Dios, no quería responder esa pregunta, mi cabeza estaba en una lucha interna consigo misma. Mi problema era Alexa Sokolov, estaba bajo el mismo techo que esa mujer, las miradas furtivas que me lanzó durante la cena, seguían persiguiéndome como perros demoniacos queriendo devorarme.

—No —negué tan pronto como pude—. Estoy bien, pero quería preguntarte algo.

—¿Qué cosa?

—¿No quieres que nos vayamos a quedar a otra parte?

Esperé atento a que me dijera que sí, que quería irse a otro lugar y así irnos en ese preciso momento, pero sus ojos azules me miraban extrañados, confundidos, sabía que estaba dudosa, porque no comprendía porqué le cuestionaba semejante cosa.

—¿Por qué quieres irte? El señor Sokolov y su familia ha sido muy amable.

Llevé una mano hacia la parte posterior de mi cabeza y me sobé como si esta misma me doliera. Kerstin sabía de mi pasado con Alexa, más nunca le había dicho como era ella físicamente y claro que, no tenía la menor idea de que la Alexa que acababa de conocer era la perra de mi pasado.

Algo dentro de mí me impulsaba a querer decirle lo que estaba pasándome, pero también había algo más que me decía lo contrario. Kerstin no merecía que yo perturbara su paz con la presencia de Alexa, era suficiente con que haya logrado perturbar la mía. Acaricié sus hombros y deposité un delicado beso en sus labios.

—Tienes razón —dije finalmente, concordando con el hecho de que el señor Sokolov había sido muy amable con nosotros—. Solo te lo preguntaba, porque parecías un poco incómoda con Alexey.

Maldito mentiroso, me gritó mi conciencia.

—No seas tonto —Ella se rió—. Él es demasiado coqueto, pero no me incomoda, puedo manejarlo. Más bien tú eras el que parecía molesto.

Lacerante © [+21]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora