Cap 4

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Las horas habían pasado, solo pocos países que estaban muy relacionados con ella, o eran esenciales para la labor acordado fueron citados particularmente aquel día, podía decirse que los otros cientos de países tuvieron un día libre de aquellas reuniones, las cuales más que un trabajo, parecían una especie de prueba, en la cual indagaremos más adelante.

Cada palabra dicha por cada miembro de la reunión se tomaba muy en serio, el que se atreviera a salir del ambiente formal y cooperativo que Olegario les exigía una vez iniciada la conversación, tendría la mala suerte de tener un castigo, tal como a un niño pequeño cuando rompe algo en la casa después de varias advertencias, cosa que al ser tan humillante todos se esforzaban por obedecer.

Ya que necesitaban hablar de un tema delicado como lo era el sostener a todo un país y volverlo a un camino de subida a la mejora, se podía sentir la presencia de terceros en el lugar, era un evento importante y voces de personas junto a sonidos de cámaras de flash podían oírse desde afuera, era obvio que, si quería que todo lo dicho allí fuera un secreto, debía mantener alejada ese tipo de presencia en la sede, es aquí cuando Olegario toma la decisión de llamar a uno de sus trabajadores para encargarse del asunto.

-Llamen a INTERPOL- pidió tranquilo a su secretaria que se encontraba a su lado.

-Sí señor- dijo ella con una sonrisa educada en su rostro y se dispuso a buscar al mencionado.

Tan pronto como se escuchó que el alboroto afuera era controlado y que la gente se alejaba decepcionada, empezaron los inicios de un acuerdo, un plan el cual nadie odiaba tanto como Olegario, al ser alguien que promovía la paz por sobre la agresión; pero pues, no es como que haya hecho mucho hasta ahora, es un inútil, y lo seguirá siendo a menos que de verdad ponga mano dura, al menos así lo ve el.

. . .

La reunión había terminado, Venezuela se quería ir ya, el haberlos convencido, al menos a medias, de resolver el asunto a su manera y de la estadounidense era ya un logro por sí solo, había muchas cosas que debía discutir con sus hijos para empezar con el trabajo, y aunque sería un asunto de un par de meses, tiene la suerte de su lado... eso ruega ella.

Unos pasos faltantes para llegar a las escaleras, ella se encontraba dispuesta a cambiar su imagen, Verónica era siempre lo que más la relajaba tras un día largo de reuniones con Olegario y los países que laboraban con ella, nunca le era fácil ver siempre las mismas caras y saber que no conocía a ninguna de esas personas fuera de un nombre, una cara, y un título elegante.

Pisando el último escalón, sintió como alguien la tomaba del hombro izquierdo, haciéndola dar una vuelta hacia atrás para cruzar miradas con la mujer que la interrumpía en su camino, por desgracia para la joven venezolana ya había cambiado a su forma humana.

-Oh my fuking god! you're the restaurant's waitress!- hablo soltando la carcajada en tono suave con ánimos de discreción pues quería hablar a solas, lanzó su cabello a un lado con un movimiento de mano -eso explica el parecido! wow!, jamás me pude haber imaginado eso, digo! sé que estas mal, pero como para...- volteo a ver a la latina con una sonrisa que hacía sentir incómoda a la más baja en tamaño -oye, si necesitas dinero puedes...-

-A ver gringa- dijo seria y con el ceño fruncido -no estoy ahí porque me esté muriendo de necesidad, así que no es necesaria tu amabilidad- replicó cruzada de brazos, haciendo a la mujer alzar una ceja y ofrecerle una sonrisa amplia.

-Tienes energía!, I like this...- esbozo ya bajando las escaleras para estar a su nivel y entrelazar los brazos izquierdo de la latina y derecho de ella para emprender camino al estacionamiento, casi arrastrando a la morena -necesito hablar algo contigo darling, ¿está bien?

Borradores (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora