La Ruina de un Hombre de Verdad

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Mi ruina...

Descubrir sus ojos ansiosos persiguiendo la sombra por la que pasé, fue mi ruina.

Verla añorar mi presencia atravesando el portal de sus alegrías y musitando entre labios que me ha extrañado, fue mi ruina.

Sus pasos rápidos que intentaba disimular con pequeños tropiezos, aproximándose a mí con emoción, fue mi ruina.

Notar en sus mejillas un rubor creciendo que a medida pasaban los días era más evidente, fue mi ruina.

Pero lo que terminó por derrumbar mi alma por completo y acabar conmigo sin esperanza alguna de poder recuperarme de un golpe tan terrible, fue aquel día al entrar al gran palacio de marines.

Encontrar en sus ojos la angustia por lo que pudo ser de mi... Fue mi ruina.

Llegué aquel día con un brazo vendado y sujeto por un telar colgando de mi cuello, sin imaginarme que al cruzar la puerta me esperaría esa temible mujer. Tan terrible fue su mirada que mi corazón no lo soportó.

"-¡Oh, Capitán!, ¿Que le ha pasado?-".

Palabras tan dulces denotando preocupación; sus ojos saltando de mi herida a mi mirada, examinando cada ricon de mi cuerpo en busca de alguna otra magulladura; ¿Como no es esto un maleficio, o un hechizo al que se me está sometiendo?.

Tuve que explicar mi situación y como llegué a este estado... Fue inmediato. ¡Nunca tuve que darle explicaciones a nadie! Nada me obligaba a hacerlo ésta vez, y ahí me tiene esta mujer contándole a detalle lo que me ocurrió.

El suave toque de sus manos sobre mis mejillas calentó mi rostro sin ningún tipo de consideración, consolando un dolor al que ni tan siquiera le habia dado atención. ¡Estábamos en publico!. Y aún así me dejé llevar por las palabras de esa mujer... Tan dulce que me consolaba con una mirada comprensiva. No me puedes mirar así.

"-Al menos ya lo atendieron, que alivio-". Calla, mujer, ¿No ves el terror que me generas?... Lo haces a propósito, ¿No es así?.

-Perdoneme Vania-. ¡¿Por qué te disculpas?!, ¡El herido eres tú! -No tenía intenciones de angustiarla-. Era indignante... Me dolió más el verla preocupada por mí bienestar que la misma herida.

"-No se angustie más, mi Capitán. Vamos a comer algo, seguro que un té le caerá bien-". Tomó mi mano buena y me sentó a su lado en una mesa familiar, sirviendo para mí la comida preparada por ella misma, dedicando para mí esa sonrisa que me dejo acabado.

Mi mayor ruina fue entonces.

Darme cuenta de su respeto hacia mi, la admiración por mi persona, esa angustia por mi cuidado, y su deseo de estar a mi lado, sujeta a mi brazo cuanto menos... Esta mujer me dijo en silencio que me ama.

Me confesó, sin esbozar palabra, la peor pesadilla que cualquier hombre decente pueda vivir, y a su vez la más grande de las fortunas. Me contó que es débil a mí lado, que una caricia mia puede socabar su cordura, que de sus lagrimas soy el dueño, de sus sueños y pesadillas, que no hay momento que no me encuentre en sus pensamientos.

Y yo, un hombre que nunca tuvo que responder más que por si mismo, un hombre que jamás temió lanzarse a la batalla y morir como un heroe, un hombre que jamas se ha preocupado por mirar atras al zarpar a altamar, terminé derrotado de la manera más dulce.

Caí de rodillas ante un amor tan puro, tan bello, tan sincero que me pareció una ilusión, no más que una fantasía de un ser solitario que añoraba conocer la felicidad de compartir. Caí de rodillas ante la primera mujer que me entregó su vida entera con tanta seguridad que podría intimidar al más fiero de los guerreros.

Ella me ama, y me lo ha demostrado.

En ella tengo todo lo que jamás me atrevería soñar, y yo, que me enorgullezco de ser el más grande de los guerreros, no puedo resistirme a mí destino...

Más pronto que tarde caeré de rodillas ante ella, mi Vania... Yo la amo, y ese amor es mi ruina.

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⏰ Última actualización: Sep 25 ⏰

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