Two.

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Two.
Tía Beatrice.

- ¿Y a ustedes qué le pasa? - Pegamos un brinco al escuchar la voz de mami.

Volteamos y la vemos con las manos en la cadera.

Camile Fernández con todo y sus cuarenta años está buena, amixes. Pero nosotras parecemos más a papi.

Mi papi...

Cierro la caja y nos levantamos.

- Nada. - Responde Monica.

Entrecierra los ojos y nos mira detalladamente. Ay, sucristo.

Miro mis cholas croquis para que no se de cuenta de que estaba llorando.

- Monica. - Mami se acerca más a nosotras.

- Mande.

- Anda a ordenar tu cuarto, que aquí no hay cachifa tuya. - Monica de vaina no corre cuando terminó de decir eso. Y no es para menos, mami tiene un porte que da mucha autoridad. Ella me mira friamente, pero poco a poco la cara se le va suavizando. - Angel, ¿por qué llorabas?

Mierda.

Abro la boca para negarlo, pero ella se me adelanta. - Y no me lo niegues, que tienes la nariz y los ojos rojos.

Desventajas de ser un pote de leche.

- Ta' bien, no lo niego. Pero la verdad no tengo ganas de hablar ahora.

Suspira. - Ok. - ¿Cómo? - Anda tú también a arreglar tu cueva, que para tí tampoco hay cachifa.

Por lo general mami siempre nos saca las cosas aunque sea por chanclasos, pero esta vez no y estoy sorprendida.

Asiento y le doy un beso en el cachete. - Si, mami. - Camino con la caja en mis brazos y escucho que ella dice:

- Muevelo que más tarde llega tu abuela.

Ay, mi abuela Beatrice o mi tía ya que no le gusta aceptar que ya es abuela. Dice que ese título la hace envejecer más. Ella es todo un caso, pero nos llevamos bien y ya estoy emocionada. La mayoria de las veces que nos vemos me trae comida y regalos de Paris, y obviamente los acepto porque ajá, no siempre te traen regalan cosas y más si son de Francia.

Beatrice es una mezcla entre italiana y francesa, se casó con mi abuelo, que era venezolano, y de ahí nació mi mamá. Por eso el nombre. Ella es actriz desde carajita, muy reconocida, a decir verdad.

Después de hacer todo el camino al apartamento, me meto en mi cuarto que está totalmente limpio y para nada ordenado. Sólo está la enorme cama que me imagino yo es queenzise, las mesitas de noche a cada lado con lamparitas medianas blancas y como tres cómodas vacías.

Hay dos puertas, una al lado de la cama y otra al otro lado del cuarto más siete cajas regadas por todo el piso alfombrado. Las paredes son blancas y no hay luz, lo único que ilumina todo el cuarto es el enorme ventanal con vista a toda Nueva York.

Yo todavia sigo en shock a pesar de ya haberla visto. Osea marica, en Venezuela mi cuarto no es ni la mitad de lo que es todo esto y tampoco con estas vistas.

¡Naweboná, Timothée! | Timothée Chalamet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora