7: ¿Gatito?

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Narra Marinette

   Llegué a mi habitación y una ves dentro de esta lo primero que noté fue que las telas, hilos y demás cosas que habían venido en la caja ya no se encontraban encima de la cama, al darme cuenta de esto me sorprendí, si, ya se que Jeremy dijo que alguien vendría a acomodar todo pero no pensé que fuera tan rápido, también noté una nueva mesa que antes no estaba, encima de esta había unos cuantos cajones y la pequeña máquina de coser, termino de entrar a la habitación y cierro la puerta detrás de mi para luego bajar a Cindy dentro de la habitación.

      – ¿Vas a acetar el trato de ese señor?– pregunta Cindy una vez la bajé y fui a inspeccionar la mesa nueva.

         – Creo que si Cindy, me preocupa no poder cuidarlos a todos, pero creo que lograré de algún modo apañármelas para hacerlo – le respondo con una sonrisa mientras termino de revisar los cajones de la mesa.

       – ¿que va a pasar con mamá? Voy todos los días a verla, ahora no podré – me dice un poco decaída Cindy, al notar esto vuelvo con ella y me agacho a su altura.

         – Tranquila Cindy, estoy segura de que el señor Rossi permitirá que veas a tu mamá de ves en cuando – le respondo sonríendo a Cindy y ella asiente aparentemente feliz en mi dirección – Ahora, ya es hora de comer ¿que deberíamos preparar? – le pregunto a Cindy mientras ambas caminamos hasta la cocina.

        – ¿sabes hacer opa de arne?– pregunta Cindy una vez llegamos a la cocina.

         – por supuesto pequeña, ya mismo la hago – dejo a Cindy sentada en una silla y empiezo a buscar las cosas que necesito para hacer la sopa que me pidió Cindy.

Un par de horas más tarde Cindy me ayudaba a pensar bocetos para ropa y cosas así cuando llega Jeremy para llevarme a la reunión con el señor Rossi, dejo a Cindy jugando con un pequeño peluche de Chat Noir que le hice mientras pensaba en los bocetos y sigo a Jeremy por los pasillos del gran edificio.

   
    – Yo que tú no me seguiría dando aún más estrés – dice Jeremy simplemente mientras llegamos al ascensor.

    – No creo entender de que me hablas – digo sin sonreír en ningún momento.

     – Se lo que te propuso el señor Rossi la última vez que hablaron, y la verdad es lo más estupido que le he oído ofrecer en todos mis años de servicio, pedirle a una joven de Catorce años que cuide de los hijos de las mujeres que el manda a secuestrar solo por que después de tantos años en el negocio la conciencia vuelve a aparecer en su vida — explica Jeremy mientras subimos en el ascensor y el presiona el botón del piso al que vamos, yo solo me quedo seria al lado de el esperando que su compañía termine lo más rápido posible – lo único que digo es, que si fuera tu no aceptaría y lo dejaría cargar con el sentimiento de culpa que ha alimentado por tantos años y que ahora explotó, por que créeme nunca había sentido ni pizca de culpa ni siquiera cuando apenas empezaba y le tocaban los trabajos duros – termina de decir mientras bajamos del ascensor y caminamos por los últimos pasillos antes de la oficina del señor Rossi.

      – Estoy de acuerdo con que cada quien debe lidiar con su propio peso de conciencia sin esperar que alguien más le venga a quitar un poco de encima – digo cambiando esta vez mi tono y mi paso a uno ligeramente menos a la defensiva – pero no a costa del bienestar de niños inocentes ni de ninguna otra persona – termino de decir esto justo cuando llegamos a la puerta de la oficina del señor Rossi, entro rápidamente dejando a Jeremy atrás y ahora encontrándome al señor Rossi sentado en su silla de siempre mirándome con su típica sonrisa de superioridad, no detallo el lugar y prosigo a acercarme a el escritorio, una vez lo suficientemente cerca el señor Rossi me hace una seña para que me siente en la silla de frente a él, del otro lado del escritorio.

Secuestrada por el malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora