Los Lunes con playa

445 35 2
                                    

POV NATALIA

Los Lunes y yo mantenemos una relación de amor odio, a veces me hacen feliz y otras son un auténtico infierno. También depende de la época del año y de la época de mi montaña rusa emocional. En este caso, hoy, el Lunes y su llegada me habían echo feliz. O tal vez era que anoche dormí como un bebé. También podía ser el desayuno que estaba preparando como hacía tiempo que no lo hacía para disfrutar de él en el porche trasero de casa, con la brisa de la mañana acompañándome, los pájaros ocupándose de ponerle melodia a la calma y la paz bañando cada parte de mi cuerpo. Amaba y odiaba los lunes porque no tenía que ir a trabajar, y eso era bueno y malo a partes iguales.

Me estoy dando el respiro y el capricho de no hacer nada mientras veo el humo salir de la taza de café, aún sabiendo que en el ordenador hay un montón de trabajo esperándome, que la llegada de los conciertos me llama hasta que tenga la certeza de que está todo bajo control y que, ahora mismo, es un momento perfecto para ponerme a adelantar trabajo. Pero no, hoy no. Me había propuesto esperar de brazos cruzados a que la gentucilla que tenía por amigos empezaran a vivir y de momento, no está siendo tan malo. Aunque he de reconocer, que el gusanillo de la conciencia me estaba empezando a hacer cosquillas dentro por estar parada.

Buenos días

Vienes a casa?

Te invito a desayunar 🙄

Aunque de momento estaba consiguiendo estar tranquila, sabía que la compañía de alguien, de él especialmente, me iba a dar la tranquilidad que sabía que se me iba a ir perdiendo poco a poco y más vale prevenir que curar.

Miki: Buenos días

Miki: Y ese despliegue?

Miki: Todo bien?

Todo bien

Pero echo de menos nuestros desayunos veraniegos

Quieres que vaya a por ti?

Miki: No hace falta en 5 minutos estoy allí

Suspiro ahora más tranquila de lo que ya estaba y decido aprovechar para hacerle el desayuno a él también, aunque no me da tiempo de terminarlo antes de que llegue.

— Buenos días. — vuelve a saludarme cuando abro la puerta del jardín.

— Buenos días bello durmiente. — le sonrio en agradecimiento porque haya venido.

— ¿Cuánto tiempo llevas despierta? — pregunta mientras me sigue por la casa.

— Poco, una hora más o menos, el tiempo de hacer un poco de ejercicio.

— Normal en ti. — comenta a mis espaldas mientras entramos a la cocina. — ¿Me estabas preparando el desayuno? — sonrio al notar la emoción en su voz.

— Es costumbre ya por hacerlo todos los días, tampoco te emociones. — se ríe y veo como se acerca, acuna mis mejillas entre sus manos y agacha un poco mi cabeza hasta que alcanza a besar mi frente, gesto que me hace volver a sonreír.

— Ets més bonica. — me gusta cuando habla en catalán.

Pelota.

El desarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora