POV NATALIA
El tiempo se estaba pasando muy deprisa, para bien y para mal. Los relojes habían pasado las cuatro de la tarde y nosotros nos habíamos quedado estancados a media mañana. Después de comer, la mitad estaban dormitando como marmotillas, yo estaba entre el sueño y la realidad.
Apoyo mi cabeza sobre mí brazo acomodandome más en el sitio, pero no consigo estar cómoda y giro mi cara hacia el lado contrario. Abro los ojos para mirar y lo primero que veo es a Julia acostada boca arriba, al contrario que yo, con los ojos cerrados y los labios ligeramente abiertos, su pecho sube y baja a un compás relajado que me dice que está durmiendo. Lo siguiente que veo es a Alba detrás de ella. Está sentada, con un brazo abraza sus rodillas contra su pecho y con su otra mano sujeta su móvil. De vez en cuando sonríe a la pantalla y suelta pequeñas risitas sin hacer ruido. Se le ha rizado el pelo por habérselo mojado, ya no está liso como todas las veces anteriores que la he visto. Tiene los hombros y la zona de la nariz y mofletes de un color carmín que antes no estaba ahí, se ha quemado y no me extraña, no se puso crema solar y su tono de piel es demasiado clarito. El sonido de su móvil rompe el recorrido que estaba haciendo con mi vista por sus tatuajes, rápidamente descuelga la llamada y mira en nuestra dirección con cara de susto, supongo que para comprobar que el sonido no ha despertado a nadie. Cuando me ve a mi con los ojos abiertos hace una mueca y yo simplemente cierro los ojos porque no voy a seguir mirandola, pero no me molesto en disimular que la estaba mirando.
— Hola, mi amor. — habla en tono suave, amable y bajo, casi como si fuera un susurro y sé que se ha levantado y alejado un poco por como su voz suena cada vez más lejana.
Me esfuerzo por dejarme envolver por el sueño, pero va pasando el tiempo y no lo consigo. Ya cansada de moverme sobre la toalla, decido girarme para sentarme. Me froto los ojos y miro a mis lados, hay gente por todos lados, el murmullo de voces es fuerte aunque no desagradable. Miki y María están hablando mientras juegan al Uno, así que me levanto de mi toalla para acercarme a ellos. Pablo y Julia siguen durmiendo como troncos. Me siento en la toalla de María que me ha dejado sitio moviéndose más hacia Pablo en cuanto me a visto acercarme, me sonríe mientras me siento y pasa un brazo sobre mis hombros atrayendome hacia ella para dejar unos cuantos besos pequeños sobre mi mejilla que me hacen cerrar los ojos y sonreír.
— ¿Has dormido? — me pregunta peinando mi flequillo y niego levemente.
— A la próxima partida me uno. — levanto la vista hacia Miki que también me sonríe asintiendo. — ¿Estás haciendo muchas trampas? — le pregunto y mira hacia el cielo cuando María se ríe a mi lado.
— Es un idiota, no sabe. Lo ha intentado dos veces y lo he pillado las dos.
— Joder Mari, es que si estás pendiente de todo pues es más difícil. — se queja como un niño pequeño y yo me rio.
— ¿Aún no las cuelas? — hace un puchero nada más escucharme negando con su cabeza.
— Oye Nat. — miro a María y me señala con la cabeza hacia donde está Alba de pie hablando por teléfono. — ¿Está hablando con su padre? — me encojo de hombros y aparto la mirada de ella.
— No creo, ha contestado con un hola mi amor. — contesto con simpleza viendo como Miki tira dos cartas distintas, un seis y un nueve, intentando colarla, pero lo hace tan mal que no puedo evitar soltar una carcajada.
— Miki tío, que no cuela. — le devuelve las cartas María provocando que nos riamos más fuerte los tres.
— No vale, te has dado cuenta porque ésta se ha reído. — se defiende señalandome.
— Miki, me he dado cuenta porque disimulas peor que mi abuela. — le contradice María entre risas.
— Pues vaya mierda. — refunfuña moviendo sus piernas en la toalla cual niño pequeño.
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El desarme
FanfictionCuando arrastras el pasado con tantas ganas, el presente te hace temblar por falta de fuerzas. Pero dicen que si vives lo suficiente, todos los círculos se cierran.